 |
Foto: Faro de Vigo |
Un siglo comprimido en temporada y media. Lo delicioso y lo terrible. El Celta, con Eusebio, asombró en Copa y flirteó con el descenso. Al final, la directiva pasó de ofrecerle la renovación por dos años a sustituirlo por Paco Herrera. Le dolió, aunque hoy se imponga el agradecimiento en su análisis, porque el pucelano había diseñado un plan de futuro. La prueba de esa visión está en el vestuario de A Madroa, en su legado. Fue mentor de Aspas, Abalo, Mallo, Toni o Túñez. Convirtió a Joselu o Yordi en productos que proporcionaron dinero. El sábado, en el Mini Estadi, se medirá a sus antiguos pupilos.
ARMANDO ÁLVAREZ - VIGO –Encuentro contra el Celta, el único equipo al que ha entrenado aparte del Barça B.
–Es un partido muy especial. Fue el club que me dio la primera oportunidad en mi carrera como entrenador. Pase en el Celta un año y medio muy a gusto. Me sentí muy bien. Conocí momentos de todo tipo, pero el recuerdo general es muy positivo. Viví experiencias muy buenas que me servirán de mucho. He dejado muy buenos amigos. Y también estuve como jugador. Vigo tiene un lugar muy importante dentro de mí.
–Conoció lo mejor y lo peor en poco tiempo. Un master acelerado.
–Fue una etapa muy intensa. Y una experiencia enriquecedora. Pasar por dificultades y superarlas te fortalece como entrenador y como persona.
–¿Cómo cree que lo recuerda el celtismo?
–No lo sé. Habrá de todo. Algunos me recordarán con cariño porque saben que trabajé con ilusión. Y otros se fijarán más en los aciertos y en los fallos, que los hubo. Cometí errores, lógicos en alguien que empieza. Pero creo que nadie podrá negarme ese espíritu de compromiso con la gente que me dio mi primera oportunidad. Tenía un proyecto, trabajé para el futuro y eso nadie lo puede dudar.
–¿Qué le queda de su trato con el presidente, el director general, el deportivo?
–Agradecimiento, sobre todo, por lo que me dieron. Siempre hay que ser agradecido en la vida.Trabajamos de la mano, cumplimos objetivos. Después decidieron dar un giro, apostaron por otra persona y lo respeto.
–¿Su legado vive en los canteranos?
–Fue mi idea tras aquella primera temporada. Llegué con la intención de estar muchos años en el Celta. Aposté por la gente de la casa porque vi que había jugadores con mucha calidad. El club me transmitió tranquilidad. Asumieron ese plan y está dando sus frutos. Los jóvenes necesitaban tiempo. Están más asentados. Me alegra que ese grupo de chavales esté madurando y siga luchando por sus sueños.
–¿Era previsible el nivel que ha alcanzado Iago Aspas?
–Lo de Iago pudo percibirse desde la primera vez que subió a entrenar con nosotros. Ese desparpajo, ese atrevimiento… La aparición que tuvo aquel día ante el Alavés solo es posible en alguien que posee la personalidad necesaria. Tiene además muchísima ilusión. Le apasiona el fútbol. Podía quedar la duda de si ese carácter díscolo le impediría tener continuidad. Pero está creciendo en la dirección adecuada con el respaldo de su gente y de Paco Herrera.
–Otros, como Toni o Abalo, tenían más peso con usted.
–Yoel, Hugo, Túñez, Dani… Poseen condiciones. Depende de cada uno de ellos, de su personalidad. Tienen que competir en un mundo tan exigente como el fútbol profesional. Espero que superen esta etapa.
–¿El Celta, con usted al frente, también habría podido pelear por el ascenso?
–Era mi idea. Después de temporada y media se había creado una base muy sólida. Pero Paco Herrera es una persona muy válida. Ha demostrado su capacidad en estas dos temporadas. Es una buena apuesta y si la mantiene, el Celta logrará su objetivo tarde o temprano.
–¿El ascenso, ya?
–Creo que sí. El club necesita seguir trabajando en la construcción de una estructura adecuada. Hay condiciones, potencial, socios, historia, prestigio, entrenador… Lo tiene todo. Si se respetan las parcelas y se proporciona estabilidad, lo puede conseguir.
–Su Barça B ha empezado a carburar.
–Es un reto apasionante. Estoy en el equipo donde más se puede disfrutar de mi profesión. Se dan las condiciones ideales. Me siento identificado con esta filosofía. Los comienzos fueron difíciles porque afrontábamos un cambio generacional. En pretemporada muchos jugadores estaban con sus selecciones o con el primer equipo. No pude trabajar con ellos prácticamente hasta que empezó la Liga. Con paciencia y fe han empezado a llegar los resultados. Disfruto del día a día, de la estabilidad institucional, el trabajo, el concepto de fútbol...
–Aunque en Barcelona lo conocían sobradamente, en el Celta demostró su atrevimiento con la cantera en circunstancias complicadas. La mejor prueba.
–Efectivamente. En el Celta siempre defendí una idea hasta las últimas consecuencias. Ahora puedo aplicarla en circunstancias más fáciles, en un club en el que todos comulgan con ella. Pero no sacrifico los resultados. Solo digo que para mí es la mejor forma de lograrlos.
–En Vigo se vigila la evolución de Rafinha, al que usted conoció en A Madroa cuando era niño.
–Veía a Thiago y a él cuando entrenaba. Es curioso que ahora esté dirigiendo a uno de ellos. Me ha sorprendido su mentalidad. Es la misma que la de su padre, Mazinho. Es muy competitivo, tiene grandes condiciones pero sobre todo es ganador. Lo pones en cualquier sitio y cumple.
–Otra estrella en ciernes: Deulofeu.
–Trabajo con todos. Tienen calidad. Pero llegan de las categorías inferiores. Están acostumbrados a ganador sobrados. Se enfrentan al reto de una categoría muy exigente. Están en el proceso de aprender que no llega con su calidad individual. Conviven con grandes expectativas. Deulofeu necesita mejorar en el trabajo colectivo. Su margen es amplio.
–Hablando de crecimiento, Guardiola pasó del filial al primer equipo; Luis Enrique, a la Roma.
–Mis objetivos son muy altos. Trabajo para ellos. Ahora mismo estoy a gusto. Me gustaría estar un tiempo en este equipo, disfrutando, sin presión aunque sí con responsabilidad. Voy evolucionando, mejorando mis conceptos. Pero tengo objetivos mayores. Quiero probarme en otros escenarios.
–¿Se vería preparado para suceder a Guardiola?
–Hablar de hipótesis en el fútbol y en la vida no tiene sentido. Yo solo digo que mis objetivos son los máximos. Y quiero trabajar por ellos. Nunca se sabe qué puede suceder. La idea es estar preparado para cuando lleguen esas posibilidades.
–¿Su imagen de buena persona sigue siendo un lastre?
–En cuanto tenga buenos resultados eso pasará a segundo plano. Hasta se dirá que es lo ideal para manejar un equipo. Cuando no se gana, se necesita algún argumento para explicar las derrotas. Yo mantengo que ser buena persona aporta siempre, suma en la vida y en el trabajo. La clave es que soy exigente conmigo mismo y sé ser exigente con los demás. Se puede ser más o menos apasionado, más o menos airado. Pero tengo disciplina y capacidad de liderazgo. No tengo la más mínima duda.
–El partido del próximo sábado promete ser vistoso.
–Tiene toda la pinta. El Celta es de los equipos con más calidad. Controla el ataque, con jugadores de
calidad, y maneja bien el contraataque. Puede alternar las dos variantes. Es por eso un rival muy complicado. Nosotros tenemos una vocación claramente ofensiva, de intentar manejar el partido. Pero debemos ser conscientes de que el Celta, sin balón, también es peligroso.
Faro de Vigo