Sorprendió y mucho no ver a Dani Abalo en el banquillo del Celta el pasado domingo. Y no porque fuese de la partida frente al Elche, sino porque vio el encuentro desde la grada de Balaídos, donde contempló la primera derrota del equipo esta temporada.
Leer más »
Es obvio que el de Vilagarcía de Arousa no es uno de los futbolistas más utilizados por Paco Herrera. Desde la llegada del técnico catalán, Abalo ha cedido protagonismo a otros compañeros, adquiriendo un papel mucho más secundario. A excepción de la recta final de la pasada temporada, donde Herrera apostó por el denominado “tridente B”, formado por Michu, Aspas y el propio Abalo, el extremo del Salnés ha contado con escasas oportunidades como titular –por ejemplo el día de Soria, donde cuajó un fantástico partido-, limitándose a un rol secundario dentro del grupo, más como revulsivo que como pieza básica dentro del once inicial.
Pero una cosa es no contar con demasiados minutos, y otra muy distinta ver los partidos desde la grada. Si mal no recuerdo, es la primera vez que Abalo se encuentra dentro de la lista de descartados por el técnico. Imagino que será un hecho aislado y que, en los compromisos venideros, volverá a estar en el grupo de 17 o 18 futbolistas convocados.
No obstante, lo que sí parece evidente es que la progresión del arousano se ha estancado. Llegó al primer equipo nada más consumarse el descenso de categoría, aunque ya había debutado de la mano de Fernando Vázquez en Son Moix frente al Mallorca. Aunque en su primera temporada sus apariciones no fueron excesivamente abundantes, comenzó a mostrar sus principales cualidades: velocidad y desborde. El segundo año fue el de su explosión, principalmente con Eusebio en el banquillo, donde cuajó grandes partidos por la banda derecha de Balaídos, erigiéndose como uno de los mejores futbolistas del plantel; sin ir más lejos, suyo fue el centro que permitió al debutante Iago Aspas abrir el marcador en el decisivo partido frente al Alavés. Al año siguiente, aunque contó con menos regularidad, siguió demostrando su nivel con partidos memorables como el del Calderón, donde él solito volvió loco a un desesperado Pernía.
Pero parece, y sobre todo tras la llegada de Herrera, que Abalo ha sufrido un bajón en su rendimiento. Ya no es aquel futbolista por el que se interesó el Espanyol, aquel extremo capaz de desequilibrar un partido desde el costado derecho. Últimamente, sus aportaciones en ataque se reducen a una misma secuencia: control, regate y centro defectuoso. En muchas ocasiones, consigue desbordar a su oponente, pero le falta esa sangre fría para enviar el balón al compañero mejor situado, al futbolista más peligroso. Acostumbra a tener malas elecciones, lo que estropea su buen trabajo anterior. De ello se percató Herrera y, durante la temporada pasada, ya realizó entrenamientos individualizados con el futbolista para pulir esos errores en el centro.
En favor de Abalo hay que decir que el esquema empleado por el Celta de Herrera no le favorece en absoluto. El técnico catalán acostumbra a disponer un once en el terreno de juego donde la banda es espacio más para los laterales que para los futbolistas ofensivos, quienes tienden a caer al centro. Por lo tanto, sus condiciones, más propias de un extremo puro a la antigua usanza, no acaban de encajar en el entramado ofensivo dispuesto por el entrenador celeste. Asimismo, la competencia es feroz, pues gente como De Lucas, Orellana o David exigen de un muy buen nivel para desbancarlos de la titularidad.
Es hora de que Abalo dé un paso al frente. No puede permitirse otra temporada viendo gran parte de los partidos del banquillo. Si bien la titularidad está muy cara, debe erigirse como alternativa fiable para Herrera. Lo lógico es que, una vez escarmentado el año pasado, el entrenador catalán opte por realizar rotaciones en pos de dar descanso a la plantilla, por lo que Dani Abalo puede contar con minutos. Será entonces cuando tenga que demostrar que no es un futbolista estancado, que puede ofrecer mucho más de sí, y que este último año no ha sido más que un bache en su rendimiento, previo a la explosión definitiva que tendrá lugar en los próximos meses. Así lo deseamos.