Cinco años en el infierno (IX) El celtismo recupera la autoestima gracias a la Copa


Foto: FdV
La marcha del Celta en la Liga no era la deseada ni mucho menos. Condenado a pelear por la permanencia desde la primera jornada, los de Eusebio hacían la goma, colocándose en puestos de descenso, saliendo y volviendo a caer en la siguiente jornada. La cabeza de Eusebio pendía de un hilo y la ilusión del celtismo era prácticamente nula. Pero algo lo cambió todo radicalmente: La Copa del Rey. 

Competición habitualmente destinada a los grandes, los que tienen opciones de ganarla, o a aquellos equipos de Segunda B que viven su momento de gloria enfrentándose a los mejores equipos del país. El Celta comenzó la competición sin darle demasiada importancia. Derrotó al Real Unión en Balaídos y al Girona en Montilivi, superando las dos primeras eliminatorias a partido único, paso previo a enfrentarse a equipos de superior categoría. 

En suerte tocó el Tenerife, recién ascendido a la categoría de plata y que prometía plantar batalla. En años previos, el Celta nunca había logrado eliiminar a ningún Primera, así que el reto era bonito. 2-1 en Balaídos, un partido en el que el Celta perdonó a los isleños y visita a Tenerife con la ilusión de aguantar el marcador. El Celta logró salir vivo en el primer tiempo y plantó batalla en la segunda mitad, donde los blanquiazules llegaban más, pero casi al borde del tiempo reglamentario los de Eusebio aprovecharon una contra para que el sorprendente Danilo anotase el gol que daba la victoria al Celta y el pase a la siguiente ronda. 

El Celta se plantaba en octavos y se medía al potente Villarreal, un rival de enundia, complicado y más tras el resultado de la ida (1-1) en partido disputado en Balaídos. Anotó Arthuro, su único tanto con la camiseta celeste, lo que aprovechó para hacer un "dumbo" a los aficionados celestes que tanto le criticaban. La vuelta se presentaba compleja. El Celta visitaba El Madrigal obligado a ganar o empatar por más de dos tantos. El partido estuvo siempre del lado amarillo, que no fue capaz de batir a un Yoel que completó un auténtico partidazo. Cuando todo tocaba a su fin y el Celta se veía fuera, una galopada de Botelho acabó en penalti luego de que Ángel trabase al brasileño dentro del área. La jugada admite mucha discusión, pero lo que no admite duda es el penalti transformado por Trashorras que daba el pase a los cuartos de final al Celta. 

Y allí se encontraría con el Atlético de Madrid, deparando el sorteo que la ida fuese en el Calderón. El Celta jugó uno de los mejores partidos de los últimos años, dejando escapar vivo a un  Atlético inferior. Trashorras, Michu, Aspas, Abalo... todo el equipo rindió a un nivel sobresaliente. Especialmente destacable el golazo de Trashorras tras un genial pase de tacón de Aspas. El empate a uno era un resultado corto para los méritos de los celestes que debían defender en Balaídos la ventaja obtenida. Y así se presentaron ambos equipos en el vetusto equipo vigués ante 27.000 espectadores ávidos de seguir ilusionados con las semifinales. Un solitario gol de Forlán tras fallo de Noguerol impidió que la ilusión aumentase, pero aquella eliminatoria prendió la mecha de un Celta repleto de canteranos que comenzaba a creer en sí mismo. La Liga fue otra historia, pero la Copa llenó de orgullo y recuperó la autoestima de una hinchada hasta entonces deprimida. 

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