De Montilivi a La Rosaleda


Cuando hace un par de años alguien en la Federación Venezolana de Fútbol reparó en Túñez y se comenzó a rumorear con la posibilidad de que el central celeste fuese llamado a filas por la Vinotinto, más de uno no se lo acababa de creer. Tal vez era el propio interesado el primero en dudar. Por aquel entonces, Túñez apenas había jugado unos cuantos partidos con el primer equipo después de haber sufrido una gravísima lesión en el Ángel Carro que lo tuvo cerca de un año fuera de los terrenos de juego.

Antes de eso, Túñez ya apuntaba a grande. Su progresión era increíble y su llegada al primer equipo se adivinaba cercana, pero aquel poste de la portería del Ángel Carro amenazó con enterrar las aspiraciones de aquel joven santiagués. Jordi Figueras le adelantó por la izquierda, primero en el filial y luego subiendo al primer equipo, pero para sorpresa de muchos, Túñez siguió jugando igual que antes de la lesión tras recuperarse. Volvía a ser el mismo y aquel bache ya era pasajero.

Eusebio se acordó de él, después de muchos informes positivos, y comenzó a darle minutos en el primer equipo, primero en Copa, donde brilló ante Girona, Tenerife, Villarreal y Atlético de Madrid, y luego ya en Liga, aprovechando el traspaso de Jordi Figueras, el mismo que le había adelantado, al Rubin Kazan. Túñez se hizo un nombre en el Celta, se ganó el respeto de Balaídos y los rumores que apuntaban a la vinotinto eran cada vez mayores y más creíbles.

Pero no acababan de llegar. Incluso se filtró que el jugador tenía dudas, que no lo tenía claro. Sonó algo tan disparatado como que alguien le había dicho que esperase, que confiase en sí mismo y que no se cerrase la puerta de la selección española. Parecía complicado. Y más complicado cuando la llegada de Paco Herrera le cerró la puerta de la titularidad, ese privilegio que le otorgó en la primera jornada, pero que perdió tras un mal partido ante el Barcelona B. Aún así, en Caracas no se olvidaban de él y lo invitaron a jugar con su selección ante Euskadi en las navidades de 2010. No pudo ser, el Celta no le permitió viajar al no ser fecha FIFA y tampoco pudo disputar la Copa América ya que no hubo entendimiento entre el Celta y la Federación caribeña.

Pero ni allí se olvidaron de él, ni él se olvidó de la vinotinto. Por fin, el verano pasado, pudo cumplir el sueño de debutar. Internacional y suplente en un club de Segunda. Curioso pero cierto. Ahora apunta al Mundial de 2014, si su selección lograse la proeza de clasificarse, y también con el ascenso a Primera que le permita estar definitivamente en la élite del fútbol. Así se sentirá el próximo 29 de febrero cuando salte al césped de La Rosaleda para medirse a España. Decía ayer en broma el propio Túñez: "Jugaré con mi país contra mi país". Una frase que, más allá del tono, resume a la perfección lo vivido por Andrés Túñez, cuyo tren llega a la primera estación, desde Montilivi, donde debutó con el primer equipo en una noche Copa ante el Girona, hasta La Rosaleda, donde jugará uno de los partidos más importantes de su vida a nivel emocional. Pero el tren no se detendrá ahí.

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