Enterrando a Eusebio


Celtistas, Eusebio ha muerto. Me explico. Durante este verano, el vaivén de entradas y salidas en Casa Celta ha dejado una cosa clara: el fútbol creativo y de combinación ha pasado a mejor vida. En este nuevo curso se va a apostar por un fútbol más directo, más veloz, más de contrataque. Al margen de gente como Iago Aspas o Hugo Mallo, a los cuales descubrió el técnico vallisoletano, la gran herencia dejada por Eusebio fue la de un fútbol vistoso y alegre, atrevido, de toque y posesión, pero que, desgraciadamente, adoleció de resultados positivos. Paco Herrera supo preservar las virtudes y erradicar los defectos de un conjunto que, posiblemente, practicaba el mejor fútbol de la categoría, pero al que la falta de gol le impedía optar a cotas mayores que la permanencia. Si bien la idea futbolística de Eusebio ya fue, en cierto modo, profanada por Herrera, quien prefirió un fútbol más vertical y menos elaborado, la figura de Trashorras permitía desarrollar, por momentos, un patrón de juego muy similar al que se practicaba con Eusebio. Un gran ejemplo es el encuentro de Pucela, donde el Celta, en un primer tiempo primoroso, desarboló por completo al Valladolid por medio de un fútbol combinativo y de asociación.

Pero la salida del de Rábade ponía en duda la utilización de este modelo futbolístico en momentos puntuales. En más de una conferencia de prensa, Herrera reclamó a la directiva la llegada de un 10, de un futbolista capaz de canalizar el juego celeste, con la calidad suficiente para otorgar el tempo y la pausa necesarios a un equipo de velocistas, de amantes del juego vertical. Torrecilla se decantó por Orellana, un fichaje extraordinario y que proporciona al Celta un salto de calidad bestial, pues se ha contratado a un futbolista desequilibrante, con calidad y desborde a raudales y que, a su vez, no está exento de gol.

Pero, no nos equivoquemos. El chileno no viene para sustituir a Trashorras. Su llegada, más bien, supone la apuesta definitiva por un modo de juego, ni mejor ni peor, sino diferente al que practicaba el Celta de Eusebio. Probablemente sea el más adecuado para una categoría donde no existe la suficiente paciencia para desarrollar un juego de toque. La Liga Adelante es una división donde predomina el rigor defensivo, el fútbol directo, las jugadas de estrategia y la pegada ofensiva. El Celta, por los futbolistas de los que dispone, posee varias de esas cualidades, por lo que este cambio de rumbo, el cual ya se definió el año pasado con buenos resultados, puede y debe resultar muy satisfactorio.

A los De Lucas, David, Bermejo, Orellana, Aspas o Abalo no podemos exigirle unos altos índices de posesión de balón. Son futbolistas de pocos toques, con la imaginación suficiente para desmontar una defensa de un chispazo, con un cambio de ritmo eléctrico o por medio de un contraataque veloz. No van a perdonar de cara a puerta, y lo lógico es que el Celta presente unos elevados índices de efectividad, como ya quedó retratado en Murcia, donde con tres disparos se anotaron tres goles. Asimismo, es posible que regrese el fútbol de banda a Balaídos, con extremos de toda la vida, con gente como Orellana, Abalo o el propio De Lucas pegados a la cal, con la misión de surtir balones a dos buenos rematadores como David y Bermejo.

En conclusión, aunque el proceso ya se inició la campaña pasada, en este nuevo curso parece haberse extendido por completo. Ya nada queda de Eusebio, más allá de los canteranos a los que dio la alternativa. Sin Trashorras, con Joan Tomás y Jota más fuera que dentro y sin un sustituto del mismo corte, el fútbol de elaboración parece haber pasado a mejor vida. A menos que Álex López se empeñe en demostrar lo contrario.

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