Un nuevo estadio en busca de viejas sensaciones


Foto: Deia
Los estadios de fútbol ayudan a definir a los equipos que los poseen. Dan forma a su identidad y a lo largo del último siglo han supuesto el escenario de unión de los clubes con sus seguidores, un paso que transformó un juego, el fútbol, en un deporte profesional que consume -y por lo tanto necesita- recursos financieros. Estas dos ideas, sentimiento y beneficio, son los dos motores que impulsaron la construcción del nuevo San Mamés, el campo que Athletic y Celta inauguran mañana lunes. Fecha y horario (22 horas) que no terminan de gustar al aficionado local, siempre muy pendiente de estos detalles.

No obstante, habrá que esperar al menos un año para ver completada la estructura de San Mamés, que conservará su nombre. El aforo total será de 53.300 espectadores, pero aún se están colocando los cimientos de uno de los fondos, el que linda con los terrenos en los que se levantaba el viejo estadio, con lo que la capacidad será temporalmente de 35.000 personas. La instalación es ahora visible desde la ría, otro de los iconos de la ciudad, y aspira a convertirse en un ejemplo más del Bilbao arquitectónico, el principal asidero turístico que buscan publicitar las autoridades locales.

"El objetivo ha sido mantener el espíritu, la magia de la vieja Catedral. Para eso hemos trabajado el graderío, la cubierta, todas tienen un sentido radial para enfatizar ese sentimiento de estar cerca del césped. El graderío calca el del San Mamés antiguo y se ha introducido un pequeño anillo VIP. El anillo alto está más elevado que el anterior pero más echado al terreno de juego", dice César Azcárate, el arquitecto responsable del diseño. En efecto, la distancia entre gradas y césped -seis metros- es la mínima establecida por la UEFA para las nuevas construcciones. Todo ello con el objetivo de que el público esté encima del césped y se transmita la presión al equipo visitante. El Allianz Arena de Munich y el Emirates de Londres, donde juega el Arsenal, fueron dos de las fuentes en las que se ha buscado ejemplo para construir el estadio que reemplaza al original, que cumplió 100 años el pasado agosto mientras las máquinas retiraban los escombros de un derribo ejecutado en apenas tres meses.

La idea de sustituir a San Mamés surge coincidiendo con el centenario del club, en 1998, aunque no es hasta varios años más tarde cuando se concreta. La primera piedra se puso en mayo de 2010. Sin embargo, es en verano de 2011 cuando empiezan el grueso de los trabajos. El envejecimiento de un estadio cuya última reforma databa del Mundial de 1982 se unía al hecho de las necesidades nacidas de los ritmos económicos del fútbol. El Athletic, uno de los cuatro clubes que no son sociedades anónimas, se halla en una posición económica estable. Sin embargo, en 2008 tuvo que deshacerse de una de sus tradiciones -mantener la camiseta limpia de publicidad- para no descolgarse. El acuerdo con la refinería Petronor reporta dos millones al año al club, aunque no gustó en ciertos sectores del entorno.

La responsabilidad financiera de la nueva infraestructura se basa en las aportaciones -equitativas- del propio Athletic, la Diputación de Bizkaia, el Gobierno vasco y Kutxabank, la entidad surgida de la fusión de las cajas de ahorro vascas. En total, alrededor de 150 millones de euros y cuya parte proporcional espera recuperar el club gracias a la inscripción de 10.000 socios nuevos -en la actualidad el Athletic tiene 34.000- que desembolsarán 1.500 euros cada uno. La entrada de las instituciones públicas costó más en desarrollarse, en especial la del Gobierno vasco. El anterior ejecutivo, dirigido por el socialista Patxi López, terminó accediendo a formar parte del 'corpus' económico de San Mamés pese a que no veía clara la rentabilidad. Las presiones de PNV y PP para que lo hiciera decantaron la balanza a favor del club, pero López incluyó en el acuerdo la necesidad de que la instalación disponga de utilidad pública. Eso sí, sin añadir una pista de atletismo, opción rechazada de plano por club y afición. En los sótanos se construyen ahora un módulo de atletismo, un centro de innovación deportiva, un polideportivo municipal y la futura agencia vasca antidopaje.

Con el objetivo de extraer los mayores réditos, el Athletic se ha apresurado a formalizar la candidatura de San Mamés como la sede española para la Eurocopa itinerante de 2020. No obstante, la competencia es durísima: La Peineta, Cornellá-El Prat y el nuevo Mestalla serán sus rivales por una sola plaza. El caso es que se busca que el sustituto trace la misma historia de leyenda que el original, donde el Athletic forjó su poderío. El rival que también estrenará el estadio, el Celta, ha completado algunas de las actuaciones visitantes más recordadas en Bilbao, como el 1-6 de la temporada 2001-2002, con Jupp Heynckes en el banquillo local y Catanha, Vagner y Karpin como algunos de los goleadores de aquella tarde. En la temporada 1990-91, el actual técnico céltico, Luis Enrique, marcó los dos goles que permitieron al Sporting vencer por vez primera (1-2) en Bilbao.

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