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MONTSERRAT T. DIEZ |
En los penales estadounidenses gritan "dead man walking" cuando el reo sale de su celda camino del cadalso. Aún vive en apariencia, pero está muerto en el proceso legal. No depende ya de la justicia, sino de la caridad de quien pueda firmarle el indulto en el último instante. Y es a ese grito a lo que suena el gol de Giovani. "Dead man walking", parecen clamar las gradas de Son Moix. ¿Sonará el teléfono? Hoy parece imposible. Sin embargo, a veces sucede. El partido contra el Zaragoza es la última petición que se le cursa a la oficina del gobernador.
Tiempo perdido
Abel ha rectificado lo justo. Guarece mejor a su escuadra, sin renunciar a su firma, que es lo que se le pedía. Aplica la medicina básica a un equipo enfermo. Los célticos apretaron líneas retrasándose más. Empezaron por sentirse cómodos en defensa durante la primera mitad y a partir de ahí fueron capaces de crecer en ataque tras el descanso. Sería una lectura valiosa en enero; es un análisis estéril en abril. Se ha malgastado demasiado tiempo. El conjunto se va a Segunda más preocupado de las sensaciones que de los puntos.
fórmulas mágicas
Abel había querido aplicar soluciones alambicadas, cuando convenía lo sencillo. Y el club ha apostado directamente por la magia. Fichó al técnico sin considerar su estilo, exclusivamente porque había salvado a otras escuadras, siendo las circunstancias tan diferentes. Ahora se viste de salvador a un psicólogo deportivo. Herramienta útil de forma continuada, dentro del plan de trabajo, pero no como chamán curalotodo. Ni Dosil ha podido impedir que a los jugadores les pudiese el miedo y la codicia del punto en los últimos instantes. Aunque lo cierto es que su discurso tal vez sea necesario porque difícilmente será convincente el del entrenador.
Ingenuidad sistémica
Hace muchos años que el Celta tiene un perfil excesivamente idealista en sus plantillas, incluso en aquellas que han funcionado de forma rentable. A estos jugadores no les falta compromiso, sino astucia y agresividad. Es un grupo ingenuo, demasiado expuesto a los accidentes. Todo les cuesta mucho. Construyen con sudor y la brisa se lo derriba. Una vez que decidieron asegurar el empate, nadie fue capaz de tomar las decisiones adecuadas para lograrlo. Lo que trastorna en la última acción del Mallorca es la aparente facilidad con que la confeccionan.
el factor arbitral
El árbitro es otro elemento del juego. No es una máquina que toma decisiones objetivas ni un agente provocador del bando enemigo. A equipos tan deteriorados como el Celta, en encuentros tan condicionados por la necesidad, los márgenes de influencia del árbitro se amplían. A Gil Manzano se le pueden reprochar dos penaltis claros y el de Bermejo, al menos, a escasos metros de su posición. Pero es más criticable incluso su criterio caprichoso. Gil Manzano quiere ser Mateu Lahoz pero no se atreve. Pretende fomentar el juego físico y después sus baremos fluctúan en función de la zona del campo y hasta de la identidad de los protagonistas. Favoreció más al Mallorca: por mentalidad casera o porque el mayor empaque de los baleares les permitió interpretar mejor al colegiado.
razones para la esperanza
Mientras no caiga la cuchilla, la escuadra debe aferrarse a aquello que todavía puede alimentar la esperanza. A la cohesión del grupo, por ejemplo. Aunque la mala situación ha desnudado ciertos conflictos internos, el vestuario sigue conservando una cuota importante de solidaridad. Y el equipo todavía puede apoyarse en el entorno, más generoso que en otras épocas gracias a la renovación generacional. La afición está dispuesta a retener la amargura. El Zaragoza es el último tren. El partido, como el de ayer en Mallorca, ofrecerá alguna oportunidad de alterar el destino. Dependerá del Celta aferrarse a esa posibilidad de alargar al menos la agonía.
Armando Álvarez / Faro de Vigo
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