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Foto: FdV |
Especial cinco años en el Infierno, donde repasaremos los eventos más importantes del Celta en su trayectoria por segunda división. Un lustro de penurias, sufrimiento e ilusión que ha terminado con final feliz. Conviene recordarlo para volver a vivirlo.
Seguimos con uno de los momentos que, si bien no ha sido clave para el desarrollo a nivel deportivo del Celta, si que ha sido uno de los más importantes por la trascendencia que tuvo durante estos cinco años. Antón López, "La Voz de Balaídos" durante tantos años tenía que abandonar su puesto como "speaker" de Balaídos.
Forma parte de las tres últimas décadas de la historia del celtismo. Durante veintiocho años fue la voz que anunciaba las alineaciones y otras incidencias durante los partidos que se disputaban en_Balaídos. Tras el encuentro frente al Tenerife dejó de sonar su voz en el estadio vigués. La crisis económica ha tenido mucho que ver en el adiós de "La voz de Balaídos", como le gustaría ser recordado a Antón López.
La falta de anunciantes en la megafonía y en los videomarcadores de Balaídos se llevó por delante a uno de los speakers más famosos del fútbol español. "Comencé en la temporada 1980-1981", recuerda Antón López, para quien las anécdotas que guarda de esta experiencia podrían llenar un libro. Quien hizo popular uno de los gritos célticos: "Coma sempre, o de sempre... Hala Celta", se siente orgulloso de haber introducido el gallego en el fútbol en un momento en el que estaba mal visto. Pero no sólo eligió el idioma de Galicia como seña de identidad de la afición celeste sino que apostó por la música autóctona para animar el ambiente durante los partidos.
Así surgió el cancionero del Celta, basado fundamentalmente en piezas populares que recopiló y puso de moda el grupo A Roda. "Un día que hubo un apagón en el estadio se me ocurrió poner E pousa e pousa, y fue un espectáculo con todo el mundo cantándola a oscuras", recuerda quien fue el locutor de Balaídos. De los partidos correspondientes al Mundial de 1982, rememora "la polémica por los himnos nacionales. Me entregaron como seis himnos y se me ocurrió que había que empezar por el gallego. Hubo mucha controversia por ello y en el partido siguiente mandaron un policía para explicarme cuáles debían sonar".
La alineación del Celta más brillante de su historia se cerraba siempre con un interminable "Makelelelelelelelelele", mientras un Balaídos rebosante estallaba de júbilo para recibir al equipo que lideraba "Alexander Zar Mostovoi", como le bautizó Antón López, para quien Stoichkov fue "Hristo de la Victoria": "Hubo gente que me pidió que no utilizase esa expresión", admitía Antón López, cuya voz seguirá resonando en la memoria del celtismo.
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