El Celta no llenará el estadio, pero tiene socios hasta en las tumbas. Llevaban tan dentro el sentimiento celtista que han querido conservarlo para el más allá. Solo así se explica que haya cinco abonados que, a pesar de estar muertos, siguen figurando como socios del club. Y no es una errata en las estadísticas de la entidad de Balaídos. Se trata de abonados que, antes de morir, pidieron a sus allegados o familiares que cumplieran con una de sus últimas voluntades: comprometerse a seguir pagando al Celta las cuotas del carné por ellos, como si estuviesen vivos.
Estos abonados del más allá solo liberarían a sus familiares de ese compromiso de pagar el abono cada año en el caso de que sus economías se viesen tan deterioradas que les supusiese una carga difícil de soportar. Vamos, como si hubiesen atisbado que se avecinaba una grave crisis. Pero, aunque el paro sigue cual caballo desbocado y hacia el precipicio de superar con creces los cinco millones, los que se comprometieron a satisfacer aquí en la tierra las voluntades de estos cinco celtistas del alma continúan pagando sus cuotas como lo hacían ellos mismos en vida.
Quizá que en los partidos del Celta sus asientos estén vacíos, porque hay demasiado cemento en el estadio de Balaídos. El número de aficionados ha descendido a cifras de los de siempre: entre ocho mil y nueve mil. Son los que acuden a animar al equipo, tanto si gana como si pierde, independientemente de la categoría en que milite. Entre esa masa social estaban estos cinco abonados que no concebían una tarde de domingo si acudir a animar a su equipo. Vivieron con tanta intensidad los resultados del Celta que hacían de cada triunfo su propia alegría, mientras que regresaban apenados cuando el balón se había negado a entrar en la otra portería. Pero siempre tuvieron fuerzas e ilusión para seguir apoyando al club de sus colores. Hasta tal punto, que en esos momentos en que se escapa la vida aún tuvieron tiempo y lucidez suficiente para dejar su testamento sentimental. Querían seguir siendo celtistas hasta la eternidad y lo serán, al menos, hasta que el último de sus familiares o allegados esté dispuesto a cumplir con esa promesa que nos hace recordar aún más a nuestros seres queridos.
Eran socios de Tribuna y de Río, donde las localidades para adultos cuestan en la actualidad 505 y 370 euros, respectivamente. Y los cinco lo siguen siendo por obra y gracia de sus familiares. Algunos ya hace unos cinco años que se habían muerto pero, cuando ha llegado la fecha de renovar sus carnés, siempre ha habido alguien que lo ha hecho por ellos.
El deseo de sus familiares es mantenerlos en el anonimato, aunque el nombre de alguno de estos cinco socios de profundas raíces celtistas era bien conocido de la sociedad viguesa. Respiraban celtismo por todos los poros de su piel y se han acordado del Celta hasta en el último viaje. Seguro que San Pedro les ha abierto la puertas del cielo y desde lo más alto seguirán apoyando al equipo para que alcance cuanto antes la Primera División.
Pero también hay algún celtista que lo ha querido simbolizar en su propia sepultura. El marmolista Paco, que tiene su taller frente al cementerio vigués de Pereiró, cuenta que no hace mucho hizo un escudo del Celta para una lápida en color y todo, utilizando un láser. «Todavía no me han pedido que les dibuje el estadio de Balaídos, pero todo se andará, porque ahora se pueden hacer lápidas personalizadas», afirmó. Tal vez se lo pidan cuando el estadio vuelva a ser de Primera División. Incluso alguno querrá que se hagan nichos para las cenizas como en el campo del Espanyol.
Xulio Vázquez / La Voz de Galicia
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