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| Foto: LFP |
Sábado 30 de marzo, 19:30. Va a comenzar la segunda mitad del Celta - Villarreal. Ganan los amarillos por dos goles a cero, y la sensación es que el equipo celeste será incapaz de remontar el partido. En ese momento los castellonenses aventajan al Celta en 7 puntos, y queda pendiente lo que haga el Valladolid, que al día siguiente recibe a la Real Sociedad en casa.
Es el momento más crítico de la temporada. El descanso del Celta - Villarreal ha sido uno de los momentos más duros para el celtismo en los últimos años. Mucho silencio mientras se rumia lo que parece un descenso seguro. Un momento que el celtismo no vive desde hace casi 12 años.
Un regreso a Segunda División con el que nadie contaba cuando comenzó la temporada. Un inesperado final que nos hace viajar al pasado más reciente con cierta nostalgia. Las noches europeas, la salvación ante el Espanyol en la última jornada, las hazañas en la Copa del Rey… fueron buenos estos 7 años. Incluso el aburrimiento del año de Unzué se recuerda con cierto cariño ahora. Todo es cuestión de perspectiva.
Es entonces, cuando todo parece perdido, cuando vuelve a aparecer la figura de Iago Aspas, que cinco minutos después de la asunción del descenso, anota un libre directo con su magistral zurda y el equipo revive. Y con él la afición. El resto de la historia sobra recordarla. Una semana y un día después del Celta sale del descenso y se ve con dos puntos de ventaja sobre Villarreal y Valladolid, cinco sobre el Rayo y ocho sobre el Huesca.
La experiencia debe servirnos a todos para aprender y no caer en los mismos errores. Ni estábamos descendidos en el descanso del Celta - Villarreal, ni estamos salvados ahora. Hemos hecho lo más difícil, revirtiendo una situación realmente complicada, pero queda lo más complicado: Ratificar la mejoría y lograr tres victorias de aquí a final de temporada para asegurar la permanencia. Ya no dependemos de los resultados de los demás, solo de lo que haga el Celta. Parece fácil, pero no lo es. Ni mucho menos.
