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| Foto: Faro de Vigo |
Cuando acabó el partido ante la Real Sociedad todos los focos apuntaban a Iago Aspas, y alguno a Rubén Blanco. Los dos fueron los grandes héroes del partido. El moañés por sus goles, y todo el fútbol que genera, y el guardameta por sus paradas salvadoras cuando apretaba la Real Sociedad en la segunda mitad.
Pero entre ambos se encontraba un jugador que se encarga de cohesionar al equipo, de dotarlo de ese equilibrio tan necesario en cualquier escuadra: Okay Yokuslu. El internacional turco no deja de crecer desde su llegada a Vigo, y va camino de convertirse en el gran fichaje de esta temporada.
Siempre apuntó buenas maneras, pero una inoportuna lesión en un amistoso disputado en Braga paralizó su pretemporada, llegando muy justo al comienzo de Liga. Si a eso unimos que Lobotka y Beltrán comenzaron a muy buen nivel, su sitio era el banquillo. Pero siempre que salía cumplía y dejaba detalles muy interesantes.
Con el paso de la temporada ha ido ganando peso, y especialmente tras la llegada al banquillo de Miguel Cardoso, que confió en él desde el primer minuto. Okay no defraudó. Fue de los pocos que se salvó de la quema en los tres fatídicos meses sin Iago Aspas, y con Escribá también es indiscutible. El domingo fue el que mejor supo interpretar lo que necesitaba el equipo por el momento, el estado del césped y el juego del rival.
Robó balones, distribuyó con eficacia, y fue un jugador clave en la salida de balón del Celta. Cada vez parece estar mejor, y será un jugador muy importante en los próximos años.
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