Los aficionados del Celta estamos acostumbrados a sufrir como pocos las ausencias de Iago Aspas. Las cifras del equipo celeste cuando el delantero moañés no puede jugar son lamentables. Cifras de descenso en la jornada 30 siendo generosos. Lo padecemos entre el silencio mediático de un club que no genera portadas fuera de Galicia.
Así que el resto de aficionados al fútbol en España seguían sus vidas tranquilos, totalmente ajenos al terrible drama de las Aspasdependencia hasta que Luis Enrique apareció en escena. El seleccionador, en una decisión difícil de comprender, decidió no contar con Aspas. No solo en la Eurocopa, sino en las últimas convocatorias, y ahora las Aspasdepencia se ha trasladado a la selección española.
Cuentan las crónicas del partido de ayer que el combinado español jugó bien, que lo hizo todo perfecto, pero que falta el gol. Mientras tanto los aficionados españoles sufrían viendo a Morata en el campo, y observando como el máximo goleador de la temporada veía el partido desde el banquillo, y el mejor goleador español de los últimos años estaba tranquilamente en el sofá de su casa.
No me cabe la menor duda de que el gol llegará, y que, a pesar de alguna ausencia incomprensible, el combinado de Luis Enrique puede hacer un buen papel en la Eurocopa, e incluso Morata tiene la capacidad de convertirse en el goleador que desea el técnico asturiano, pero es terriblemente incomprensible renunciar voluntariamente a un futbolista que no puede demostrar más de lo que ha demostrado en los últimos años con el Celta, cuestionando la meritocracia. La parte positiva es que el 5 de julio comenzará a entrenar descansado y con las pilas recargadas.
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