Cosas que duelen, aunque sean una tontería



Sé que en el mundo del fútbol no hay, o no debería haber, lugar para el romanticismo. Que es cosa de otra época, y que el fútbol moderno ha devorado al antiguo hace ya varios lustros, tal vez décadas. Pero eso no quiere decir que uno no tenga su corazoncito. Por eso, aunque sea un poco tonto por mi parte, he de reconocer que esta semana ha habido ciertas cosas que me han dolido. 

Soy consciente de que ser del Celta implica que no siempre podrán jugar en tu equipo los jugadores que desees. Acepto a regañadientes que Nolito se vaya a otro equipo, dejando un buen dinero en la caja. Lo acepto como una regla del juego, igual que aceptamos que en su momento se tuviese que ir Denis Suárez. Curiosamente al mismo equipo. 

Y sobre Denis quería hablar, porque lo de Nolito no me da pena. Al contrario, creo que todos debemos agradecer lo que ha hecho en Vigo, y su trato con el club durante todo el tiempo que han durado los rumores de su marcha. Me centro en Denis, celtista de cuna, que nunca ha ocultado su amor por el equipo en el que se crió, proclamándolo abiertamente incluso cuando no es preguntado por ello. Algo que le honra y que todo el celtismo ha agradecido. 

Vuelvo a repetir que soy consciente de que Denis hoy en día está muy lejos del Celta. Ha alcanzado un gran nivel, y el Barcelona lo tenía relativamente fácil para hacerse con sus servicios. Allí ganará más dinero, seguramente estará en disposición de acceder a más títulos que en el Celta. No le podemos reprochar que quiera jugar en el Barcelona. 

No es eso, no. Pero duele verlo besar el escudo del equipo con pasión, y duele decir que estaba deseando volver al mejor equipo del mundo. Llamadme tonto, pero me dolió escucharlo, y me dolió verlo, aunque simplemente sea un gesto cara a la galería, que ha perdido su significado a base de repetirlo,  sienta o no esos colores, duele verlo. Y uno llega a pensar que si quieres jugar en un equipo, si lo deseas mucho, acabas haciéndolo. Como Iago Aspas cuando el verano pasado regresó de forma sorpresiva al Celta, pero en el fútbol profesional, no hay nada que se le pueda reprochar a  ningún futbolista. El problema lo tenemos nosotros por no darnos cuenta de ello. 

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