El siguiente puedes ser tú


Resulta curioso que esto pase en Balaídos. El Celta, uno de los clubes con menos registros de incidentes derivados de la violencia en el fútbol, que cuenta (o contaba) con una de las peñas “radicales” menos violentas, de esas que apenas sale en la televisión por sucesos violentos o incluso luctuosos, esté liderando ahora la batalla contra la presunta violencia en el fútbol español. 

Es evidente que en todas las aficiones cuecen habas. Cuando 20.000 personas acuden regularmente a un estadio es inevitable que se cuele algún indeseable. También sucede en las peñas, pero lo que es normal es que, hasta que se demuestre lo contrario, todos seamos sospechosos de incitar a la violencia. Me resulta difícil entender que una bufanda que ponga Celtarras pueda incitar a nada, pero nos la cuelan por aquello de no estar registrada oficialmente como agrupación. 

Lo que es infumable es que requisen bufandas que ponen 87, el año de fundación de la peña Celtarras, o una manta con calaveras cuya única finalidad era la de que una niña de 7 años no pasase frío. ¿Cuál es la medida? ¿Quién decide eso? ¿Qué daño podía hacer esa manta? ¿Quién decide quien pasa o quien no? Véase la grada visitante con una pancarta enorme que incluía una calavera. ¿Una puede pasar pero una manta con más de diez no?. 

La sensación de impunidad de los violentos sigue estando ahí, y sin embargo hemos creado una nueva clase: La del aficionado tranquilo que es peligroso en función de la ropa que lleve. Se nos ha ido de las manos. No sé quien es el responsable. Tal vez lo sea la empresa de seguridad, que cumple órdenes por cierto. ¿De quien? ¿Del coordinador de seguridad, del club o de la policía?. ¿Es Tebas en persona quien decide lo que es decente y lo que no?. 

Es una pena que este club que tan bien está haciendo muchas cosas, caiga en esto. Un club que le ha dado la vuelta a la situación en materia económica, con una planificación envidiada por muchos clubes, una situación deportiva espectacular, incluso el marketing ha mejorado notablemente. Un club que ha crecido en todos los aspectos, falle en algo tan básico como la relación con el cliente. Con el que sostiene el negocio. 

Hay que ponerse manos a la obra y entre todos encontrar una solución. No puede ser que vuelva a repetirse lo que hemos vivido en los últimos tiempos. La indignación crece, y con razón. Tras el incidente de la bufanda de Celtarras en Río Bajo, el club prometió que las formas de la empresa de seguridad privada cambiarían. Al siguiente partido despedían a coro a los aficionados repitiendo entre risas un burlón “hasta luego”. No, no son acomodadores de cine. Su misión es velar por nuestra seguridad, no juzgarnos por la que llevemos encima.  No deberíamos permitirlo. El siguiente puedes ser tú. 

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