Orellana ya es un buen chico


Foto: Ricardo Grobas
Antes de comenzar la temporada, Fabián Orellana prometió varias drásticamente su actitud respecto a los árbitros, que el año pasado le costó ver 17 tarjetas amarillas. No todas fueron por protestar, pero sí un porcentaje suficientemente importante como para que el asunto generase cierta preocupación, incluso en el propio Berizzo, que aseguró que hablaría con el chileno para que recondujese su actitud. 

No se supo más de aquello, pero el delantero céltico fue quien dio un pase adelante, prometiendo portarse mejor en el presente ejercicio. De momento, y aunque todavía falta mucha temporada por delante, la actitud de Orellana está siendo muy diferente. No ha visto ninguna tarjeta amarilla, lo que podría ser anecdótico por las alturas de la temporada, pero llama la atención que su comportamiento ha mejorado. No protesta tanto, no se muestra desesperado ni llama la atención de los colegiados. 

Diecisiete tarjetas amarillas son una auténtica barbaridad para un futbolista creativo como Orellana. Perderse tres partidos, cuatro en su caso por la expulsión frente al Barcelona por arrojar un trozo de césped a Busquets, es un lastre demasiado grande para un equipo que depende en gran medida de su inspiración. Será, en todo caso, inevitable que reciba amarillas, y que estas sean por protestar, pero a poco que mejore las cifras, y Berizzo pueda disponer de él en casi todos los partidos, habremos ganado mucho. 

Al margen de esto, ya no son solo las tarjetas recibidas, sino la sensación de que en determinados momentos, y debido a sus protestas, se desconcentra y sale del partido. En estas tres primeras jornadas ha sido el mejor jugador del Celta, siempre concentrado, siempre activo, siempre dispuesto. Una nueva versión de Orellana que le convierte en un mejor futbolista. 

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