En los duros años del Celta en Segunda División, una travesía por el desierto que duró cinco años, vistieron la camiseta celeste jugadores de todo tipo y pelaje. Uno de ellos fue Vasco Fernandes, al que muchos ya no recordaréis a pesar de que su paso por el conjunto vigués se puede considerar relativamente reciente. Futbolista portugués nacido futbolísticamente en el Olhanense, y promesa en sus épocas mozas, fue fichado por el Girondins de Burdeos para su cantera con 18 años.
Tras varias cesiones, una de ellas al Salamanca, llegó a Vigo en el año 2009, para disputar el puesto de lateral derecho a Edu Moya. Finalmente el extremeño sería apartado del equipo por su denuncia de impago, y el compañero de Vasco en el lateral sería un juvenil desconocido por entonces llamado Hugo Mallo. En Vigo empezó bien, pero terminó perdiendo su puesto, e incluso malhumorado por ser sustituido en algún partido. Jugó 28 partidos en los que no marcó ningún gol.
Pese a todo, seguía siendo un jugador con potencial, que ha dado bastante tumbos desde su salida de Vigo. Jugó en el Elche, sin excesiva fortuna, y luego regresó a su país natal para defender la camiseta del Beira-Mar, disputando un amistoso en Melgaço ante el Celta. Posteriormente jugó en el Olhanense, el equipo de su ciudad natal, y en 2013 emprendió la aventura griega firmando por el Platanias. Un año después fichó por el Aris de Salónica, un gran venido a menos, con el que jugó en tercera División esta temporada.
Ayer fue presentado por el Pandurii rumano, que milita en la máxima categoría de su páis. El ex jugador del Celta firmó por dos años, y espera estabilizarse en la liga rumana. Otro país más para este joven trotamundos del fútbol.
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