Orellana dió el sí quiero al Celta


Como os comentábamos esta semana, el acuerdo para que Orellana renueve su contrato con el Celta está más cercano que nunca. Hoy lo confirma también el diario Atlántico, que asegura que el internacional chileno ya ha dado el sí a la oferta de renovación que le planteó el Celta. Tanto el jugador como el club querían solucionarlo antes de que éste partiese de vacaciones a su chile natal, pero había pequeñas diferencias que impidieron que se pudiese anunciar el acuerdo, como sí sucedió en el caso de Augusto Fernández. 

Sin embargo, esas pequeñas diferencias se han superado, y el chileno, que tenía contrato en vigor hasta el 30 de junio de 2016, prolongará su estancia en el Celta durante unos cuantos años más. El acuerdo, probablemente se firme hasta el año 2019 o 2020, es decir, cuando el futbolista cuenta con 33 ó 34 años. A sus 29 años, Orellana está a punto de firmar su último gran contrato como futbolista y quiere hacerlo en el Celta. 

Esa siempre fue su primera opción. Orellana sufrió mucho durante sus primeros años en Europa. Udine, Jerez o Granada, fueron lugares en los que siempre se sintió, en cierta manera extraño. No se adaptaba al estilo de vida europeo, pero todo cambió cuando llegó a Vigo. Aquí se encontró con un vestuario joven, formado en su gran mayoría por gente de la cantera sin demasiadas ínfulas. Hizo buenos amigos, especialmente Iago Aspas, y decidió que esta sería su casa. A pesar de estar cedido, puso todo de su parte pare volver a Vigo tras su regreso obligado a Granada, y lo hizo después de que el Celta abonase algo más de 1 millón de euros al Granada. 

Después de cuatro años en Vigo, Orellana sigue siendo aquel jugador tímido que llegó al Celta para ayudar al ascenso. En la ciudad olívica encontró el cariño de la afición, pero en su justa medida. No se siente agobiado por la calle y vive tranquilo. Su personalidad es muy diferente a la de otros compañeros, y se siente feliz pasando desapercibido, algo que contrasta con su actitud en el terreno de juego, donde se convierte en un jugador descarado, peleón y protestón, pero cuando pita el árbitro vuelve a ser el tipo tímido que era antes de empezar el partido. Genio y figura. 

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