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Foto: LOF |
Rescató el gran danés al Celta del fango en el siempre difícil
Martínez Valero. Semana difícil que solventa el equipo del Toto Berizzo con
sobresaliente encadenando por primera vez dos victorias consecutivas en lo que
va de curso. Arranque esplendoroso que tras seis jornadas hace vislumbrar el
techo de los vigueses más alto que nunca, aunque siempre con la prudencia
necesaria que dan los errores cada vez más minimizados.
Las rotaciones llamaban a la puerta y el técnico argentino
presentó un once de lo más extraño. Se poblaron las redes sociales de
conjeturas y adivinaciones con sistemas imposibles y demás parafernalia ante
los nombres presentados en los prolegómenos del partido. La inclusión de Sergi
Gómez y de Jonny despistó a muchos, valorando seriamente el hecho de que se
utilizasen tres centrales en la zaga. Incluso el diario Marca, ese sainete tan
divertido, se atrevía a situar a Fontàs de lateral izquierdo antes de empezar
el encuentro. Por suerte para el catalán y para nosotros los celtistas, no fue
así. El canterano del Barça formó junto a Cabral en la que ya es la consolidadísima
pareja de centrales de este equipo: enorme su trabajo conjunto para frenar al
voluntarioso Jonathas en la noche de ayer.
Así que finalmente Sergi formó en el lateral derecho y Jonny
volvió al flanco izquierdo. Evidentes las intenciones del Toto: fortalecer al
equipo defensivamente y contrarrestar el peligro a balón parado de un Elche que
siempre compite. Y le salió bien la jugada porque hablamos sin duda alguna del
partido más cómodo a nivel defensivo de la temporada. Solamente las jugadas
puntuales con algún error en la presión provocaron alguna ocasión aislada de
los locales. De medio campo para arriba los cambios fueron menos evidentes:
Pablo y Augusto, Hernández y Fernández, dieron descanso a Álex López y a
Krohn-Dehli con tan mala suerte que el subcampeón del mundo recayó de su lesión
muscular a los 23 minutos de juego. Muy mala pata la de un Augusto que merece
mejor suerte.
Pero, casualidades del destino, esto provocó la entrada de
Michael Krohn-Dehli, tardando exactamente dos minutos en hacerse con la manija
del mediocampo para lanzar al Celta a una mayor posesión del esférico y a
inquietar la portería ilicitana. Increíble lo del danés esta temporada ya que
lo hace todo: presiona, roba, distribuye y llega al área. En ese cuerpo rubito
tan pequeño y aparentemente frío se esconde una máquina de fabricar fútbol. Y
arriba formaban las flechas Nolito y Orellana y el peleón Charles al que por
fin le llegó la oportunidad. Buen partido el suyo en la brega y el sacrificio
aunque algo más desaparecido en el remate. Tendrá más oportunidades.
Transcurría el partido sin sobresaltos, con muy poco fútbol
y un ritmo algo lento. Dosificó mucho mejor el Celta la presión con el afán de
llegar más entero a los últimos minutos y así fue. La primera parte apenas contó
una ocasión clara de Orellana que tras una serie de rebotes tiró forzado y el
rechazo de Manu Herrera lo cazó Nolito para lanzarlo fuera. Fue tras el
descanso cuando el partido se volvió un poco loco con ocasiones repartidas para
los dos equipos. La más clara pegó en el larguero tras cabezazo en propia
portería de Fontàs. Tan solo a balón parado, con faltas laterales, hizo daño el
Elche. El Celta, mientras tanto, a lo suyo. A dominar el balón y esperar con
calma que llegase la ocasión.
Y esta llegó cuando ya ambos equipos se conformaban con las
tablas. O más bien cuando todos, excepto Nolito y Krohn-Dehli, había perdido la
clarividencia con el balón. Llegó el balón a los pies del danés desde la banda
de Orellana y el tiempo se detuvo. Dehlicatessen manejó el espacio y tras sobar
un poco la bola, leyó el desmarque a la espalda del hambriento Nolito. La
defensa ilicitana tira mal el fuera de juego y Michael, al estilo de su tocayo
y compatriota Laudrup, picó el balón cuando ya no había nada. Un pase imposible
y bellísimo que Nolito hizo bueno rematando fríamente con pierna zurda a la
escuadra derecha de Herrera. Era el minuto 89 y costaba creerse lo que acabábamos
de presenciar. Una jugada maravillosa que le daba al Celta los tres puntos en
un partido difícil.
Igual que la temporada pasada, pero al revés. Está cogiendo
oficio este Celta, siendo más realista y comedido en la presión, jugando cuando
tiene que jugar y peleando cuando tiene que pelear. El partido de ayer es una
buena prueba de toque ante un rival directo que nos volverá a buscar las
cosquillas en Balaídos. Pero lo cierto es que es difícil no ilusionarse con el ‘totismo’.
Queda mucho, pero la cosa pinta bien.
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