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Foto: Miguel Ángel Molina |
El Celta ha tomado una buena ola en dirección hacia la zona tibia de la tabla. Después de seis tentativas frustradas y medio campeonato moviéndose en el filo de la navaja, el conjunto de Luis Enrique ha logrado encadenar por fin un segundo triunfo que despeja el horizonte de nubarrones y se asoma al segmento de competición que suele marcar la diferencia en su momento más dulce de la temporada. Con independencia de los resultados que hoy se produzcan, la brecha con el descenso es ya de cinco puntos.
Con un estilo fácilmente reconocible y un fútbol que ha convencido más que inquietado, el conjunto celeste ha ido poco a poco derribando barreras. Primero sus problemas en Balaídos, donde tardó ocho partidos en conseguir su prirmer triunfo, más tarde sus dificultades para navegar con el viento en contra -no remontó su primer partido hasta que doblegó en casa al Valencia en el último partido de la primera vuelta- y, finalmente, la imposibilidad de enlazar dos victorias que hasta ahora le había impedido tomar impulso en la tabla de posiciones.
buenas perspectivas
El equipo se afianza con el paso de las jornadas y alberga buenas perspectivas de futuro, al menos si se compara con el pasado curso. El Celta de Luis Enrique suma a estas alturas de competición cinco puntos más de los que llevaba a estas alturas el dirigido por Paco Herrera en un año en que que la permanencia también se augura barata por la lenta marcha de los equipos del pelotón de cola y la mayor igualdad entre amplio grupo de clubes que batalla por huir de la quema.
un grupo convencido
Seguramente la mayor virtud que ha tenido Luis Enrique ha sido su capacidad para implicar a sus jugadores en su idea de juego. Los jugadores están sin fisuras con el entrenador y el ambiente de complicidad entre el vestuario y el banquillo promete resultados a medio y largo plazo. Hasta el momento el Celta ha tenido que lidiar con la dificultad de competir con la urgencia de verse muy cerca de la zona roja (que incluso ha ocupado en dos o tres jornadas) y esto ha dificultado las cosas. Las prestaciones del equipo deberían mejorar ahora que puede competir en una situación más desahogada.
casi todos cuentan
Tras la marcha de David Rodríguez, Carlos Bellvís, Samuel Llorca y Jonathan Vila, cuya participación en la vida competitiva del Celta ha sido esta temporada meramente testimonial, Luis Enrique dispone de un grupo de 22 futbolistas, incluidos Íñigo López y Welliton Soares, el defensa central y el delantero incorporados en este mercado de invierno.
A la espera de conocer qué papel pueden desempeñar los nuevos fichajes -de momento Íñigo ya estuvo en Granada en el banquillo por delante de David Costas-, la mayoría de ellos cuenta con la plena confianza del técnico.
A partir de un esquema fijo, el 4-3-3, Luis Enrique cuenta con un bloque más o menos defindo pero difícilmente repite alineación -solo lo ha hecho en las dos primeras jornadas de Liga-en dos partidos seguidos. Al técnico le gustan pequeños retoques de piezas que va introduciendo, hasta el momento con buenos réditos, en función del rival, pero sobre todo del rendimiento en los entrenamientos, seguramente el factor que más valora a la hora de dar y quitar galones. Una prueba palpable de que la distancia entre el césped y la grada no es demasiado amplia es el caso de Fabián Orellana, invitado en agosto por Luis Enrique a abandonar el equipo y hoy día más que titular.
el gol, un bien repartido
La dependencia goleadora de Iago Aspas fue uno de los grandes problemas con los que tuvo que lidiar el Celta el curso pasado. El equipo sigue dependiendo esta temporada en buena medida de un goleador, en este caso de Charles (que suma ocho goles, exactamente los mismos que el moañés a estas alturas), pero el gol es un bien más fácil de conseguir y mucho más repartido entre los miembros del plantel.
visitante competente
El triunfo en Granada después de cuatro salidas en blanco ha devuelto al Celta la condición de visitante competente. A comienzos de temporada fue precisamente el rendimiento lejos de Balaídos el que sostuvo al equipo. Una vez solventados los problemas en casa, los célticos invirtieron la tendencia a domicilio. Y la victoria en Granada abre nuevas y altas expectativas. Un curioso dato: Andalucía ha sido este curso tierra de promisión para los célticos, que suman cuatro triunfos en las cuatro visitas a equipos de esta comunidad. Tras ganar en el Benito Villamarín, La Rosaleda, el Sánchez Pizjuán y Los Cármenes, les resta solo una visita a tierras andaluzas en la segunda vuelta, concretamente al estadio almeriense de los Juegos Mediterráneos.
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