El Celta prueba el lado ingrato del fútbol


Foto: Marta Grande
El fútbol volvió a mostrar ayer su rostro más ingrato al Celta, que hizo lo necesario para ganar y acabó perdiendo un partido clave en la única jugada de ataque de un rival ordenado y paciente, que resolvió a balón parado tras una falta prescindible. Un golpe brutal y muy difícil de digerir para el conjunto de Luis Enrique, que pagó muy cara su candidez en la definición y los errores del técnico en los dos últimos cambios, especialmente con la entrada de Orellana, a la postre clave en la derrota.

El campeonato comienza a empinarse peligrosamente para el Celta, que desconoce el triunfo en Balaídos y suma apenas una victoria en nueve partidos. Y cuando esto sucede es que algo falla.

Un par de sorpresas
Luis Enrique sorprendió al prescindir de partida de Álex López. Su ausencia en beneficio de Krohn-Dehli hay que interpretarla como un toque de atención hacia el ferrolano, cuyo rendimiento ha ido menguando con los partidos. La otra novedad en la alineación fue Santi Mina, que, pese a algún ligero borrón, suplió la baja de Augusto con buenas sensaciones. La presencia del imberbe delantero canterano en el triplete atacante con Charles y Nolito propició que el técnico retrasase a Rafinha, que mejoró al medio campo. En el resto no hubo sorpresas: Mallo, David Costas Fontás y Toni formaron atrás y Oubiña se mantuvo en su papel de bisagra entre la zaga y el medio campo.

Un Celta diligente
Bajo un incesante aguacero que empantanó el campo y dificultó de modo apreciable la circulación de la pelota, el Celta se movió en el partido con más determinación que acierto. Pero al menos, desde que el balón echó a rodar, el conjunto de Luis Enrique dejó muy clara su intención de sumar sus tres primeros puntos en casa. Reclamó la pelota y trató de buscar en jugada el portal de Navas, que vivió momentos de tribulación.

El Levante, un equipo pragmático, paciente y ordenado, no se encontró del todo incómodo con la propuesta del Celta. Cerró filas, achicó el espacio y trató sin demasiado éxito aprovechar alguna pérdida de balón para sorprender a la contra.

Pero la pelota y las ocasiones fueron del Celta, que no tardó en avisar de sus intenciones con un magnífico pase de Mina al cogollo al que Nolito no llegó por cuestión de centímetros. El canterano protagonizó poco después la mejor acción de ataque de los celestes: Nolito sirve al área, Krohn-Dehli, la deja pasar con astucia y le cae mano a mano con el portero a Mina, que controla mal y da tiempo a Navas a cubrir el disparo. Un pequeño borrón que no desluce el meritorio partido del chico, que decididamente tiene lo que hay que tener para convertirse en un delantero de primera fila. Las ocasiones celestes no solo llevaron la rúbrica de Mina. Krohn-Dehli, muy activo, pisó con frecuencia el área llegando desde la segunda línea, y ensayó el disparo con no poca intención. No fue el danés el único que probó fortuna desde la distancia. Lo intentó también Toni, que puso a prueba los reflejos de Navas con un fortísimo disparo desde el pico del área que Navas despejó a duras penas.

Cánticos entre tinieblas
Apenas habían saltado los dos equipos al césped para iniciar la segunda parte cuando Balaídos se quedó a oscuras por un apagón muy celebrado por los intrépidos hinchas que anoche desafiaron a la lluvia. Los cánticos de ánimo resonaron curiosamente con más fuerza que con el partido en marcha, incluso una ola invisible recorrió las gradas de Balaídos.

Luces y una gran sombra
El choque se reanudó tras diecisiete minutos de oscuridad sin que el guión se moviese una coma, salvo por el cambio de Álex por el lastimado Krohn-Dehli, que dio otro aire al Celta. Con el ferrolano en el campo el equipo vigués puso una marcha más, ganó en velocidad en la circulación de la pelota y llegó en aluvión al área del conjunto granota, que vivió en precario. Nolito apareció con la pelota detenida, Mina rondó el gol en una contra y Charles, muy desdibujado, dio vida al Levante cruzando en exceso un balón de gol.

Luis Enrique jugó la baza de Orellana, que suplió al Nolito cuando el andaluz parecía en su mejor momento, y el chileno, ayer arrimado a la banda izquierda, desaprovechó otra oportunidad de convencer. La última apuesta del asturiano para ganar el partido fue David Rodríguez, que relevó a Mina y tampoco sirvió para mejorar las prestaciones ofensivas del equipo celeste confirmando la pobreza de recursos del banquillo del Celta, que pagó sin tiempo ya para la reacción una falta absurda de Orellana que Diop alojó en la red con un gran disparo ajustado al palo después de un rechace. Más cruel, imposible.

Julio Bernardo / Faro de Vigo

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