Luis Enrique echa el cerrojo para preparar el asalto a San Mamés


Foto: Jorge Landín
Luis Enrique es un tipo hermético. Al técnico del Celta le molestan los focos, rehúye el trato con los periodistas y se muestra sumamente opaco en el trabajo fuera de su estrecho grupo de colaboradores. El gijonés prefiere ocultar sus cartas, incluso a sus jugadores, según ha explicado en alguna de sus contadas comparecencias, para mantener la tensión competitiva hasta la charla previa a los partidos. El secreto es su aliado.

Una de las características del concienzudo muro de silencio que el entrenador del Celta ha levantado en torno a su equipo es el trabajo de puertas hacia adentro, sin testigos que puedan dar pistas sobre sus planes. Casi todos los entrenadores acostumbran trabajar a puerta cerrada una o dos veces por semana, pero en el caso del Luis Enrique el hermetismo es moneda de curso corriente. Y la preparación del asalto al Nuevo San Mamés no es una excepción. Al contrario, el entrenador del Celta echó ayer el cerrojo para dirigir a puerta cerrada las cuatro últimas sesiones de entrenamiento: dos las celebró ayer en doble turno en A Madroa y el equipo ultimará la preparación del choque hoy y mañana, también sin público, en Balaídos.

Las sesiones a puerta cerrada, según han explicado a este diario varios miembros del plantel, no se dirigen tanto a determinar la elección del once como la preparación de la estrategia. Tienen esencialmente un componente táctico, tanto en lo que se refiere a las acciones con la pelota detenida como al análisis del adversario de turno. Muchos de los ejercicios, de hecho, se articulan en función de las características del adversario, para contrarrestar su forma de defender o de atacar, lo que requiere un meticuloso estudio previo.

Los jugadores se sienten cómodos con el método del técnico y creen justificada la extrema cautela con que Luis Enrique rodea cada uno de los entrenamientos. Un futbolista ponía hace unos días un ejemplo revelador: a pesar de todas las precauciones el Betis conocía una de las jugadas a balón parado que el Celta preparaba para lanzar un córner en el reciente desplazamiento al Benito Villamarín.

Al margen del celo que el técnico pone en la preparación del histórico estreno del Celta en el nuevo campo de Athletic, lo cierto es que no se esperan demasiados cambios en la alineación de un equipo que ha funcionado con más eficacia de la esperada en el arranque liguero. Existe alguna leve duda en la portería, pues Yoel se retiró ayer del entrenamiento matinal y no participó en el vespertino debido a unos problemas estomacales que los servicios médicos califican de leves -el guardameta vigués no aparece, de hecho, en el parte diario de enfermería- pero que obligaron al técnico a echar mano de Rubén Blanco, que se entrenaba con el filial. Los médicos esperan que Yoel se reincorpore hoy normalmente al trabajo en la sesión de entrenamiento prevista en Balaídos.

De la defensa se caerá Aurtenetxe, que no pude jugar contra el Athletic por imperativo contractual, y es más que probable que Fontás regrese al eje de la línea, para dar paso en el medio campo a Oubiña, que regresa al once tras cumplir sanción. La gran duda en la defensa, no obstante, se centra en conocer si Luis Enrique dará continuidad en la zaga al joven David Costas o si fuera de casa echará mano de un hombre más experimentado como Gustavo Cabral.

En el medio campo, Rafinha repetirá titularidad después de que Michael Krohn-Dehli sufriese un latigazo en el aductor durante el entrenamiento vespertino de ayer. El alcance del problema está pendiente de la evolución de la lesión, pero a 48 horas del partido los médicos consideran difícil que el internacional danés pueda estar a disposición del técnico.

Julio Bernardo / Faro de Vigo

0 comments:

Publicar un comentario