El pito del sereno


MARTA G. BREA
Iago Aspas fue sancionado con cuatro partidos por el Comité de Competición. Era lo esperado, ya que así lo establece el reglamento, pero se esperaba en Vigo que el Comité de Apelación fuese igual de benévolo con el Celta que lo fue con el Sevilla en el caso Kondogbia. El futbolista hispalense se hartó de Diego Costa y acabó agrediéndolo. Fue sancionado con cuatro partidos en primera instancia para finalmente ser reducida su pena a dos encuentros. La reducción fue significativa ya que pasó de cumplirlos en Liga a poder hacerlo en Copa, siendo el Celta uno de los perjudicados con la reducción ya que era el siguiente rival en la competición liguera. 

Por eso el Celta presentó recurso, con la esperanza de recibir, no ya un trato especial, sino sencillamente el mismo que el que pudo recibir el Sevilla. Pero el Comité de Apelación leyó el escrito del Celta y automáticamente lo envió al cajón del olvido. Si te he visto no me acuerdo, y si lo recuerdo me hago el olvidadizo. Ni cinco minutos emplearon en estudiar las alegaciones. ¿Es del Celta? Tíralo. 

Sí, puede ser una arrebato paranoide de un servidor, o sencillamente una relación causa-efecto marcada por años de un extraño trato por parte de los comités al Celta. Todos recordamos el caso Catalá, un futbolista sancionado con cuatro partidos aún cuando se demostró que no había estado en la "escena del crimen". El árbitro se equivocó señalando a Catalá en el acta elaborada posteriormente al encuentro. Todo vino por una pelea que se produjo en los vestuarios, una vez finalizado un partido ante el Albacete, cuando Trashorras se encaró con Notario. El trencilla, que no había comprado ese año la Guía Marca, lo confundió con Catalá y marcó su nombre en rojo. De nada valió que el propio Trashorras admitiese que había sido él ni las grabaciones de las cámaras de seguridad del estadio. El Celta presentó mil alegaciones, pero Catalá tuvo que cumplir su pena por un delito que no había cometido. 

No es el único caso. Muchos se han dado en los últimos años que nos llevan a pensar en agravios comparativos y en un trato desigual con respecto a otros clubes. Es el sino del Celta, que no logra hacerse respetar ante los distintos estamentos del fútbol español, y va camino de ser el pito del sereno del fútbol español. 

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