Menos mal que nos queda Portugal


RICARDO GROBAS
Menos mal que nos queda Portugal. La proclama la lanzó Siniestro Total a mediados de los ochenta y se ha convertido en grito de guerra en Vigo, una ciudad que siempre ha sentido una especial afinidad por el vecino del otro lado de la frontera, con el que tan a menudo ha sido identificado por las gentes del norte. Para el Celta, una de las señas de identidad viguesas, Portugal ha sido además en los últimos años antesala del despegue y consolidación de un proyecto de cantera que va alcanzar su máxima expresión el próximo curso en Primera División. El escenario de un viaje interior que ha transformado por completo un equipo en el que el futbolista de la casa era hasta no hace mucho poco menos que una rareza.

Primero en Melgaço, sede de las últimas cinco pretemporadas, y ahora en Quiaios (Figueira da Foz), Portugal ha sido testigo de la irrupción en la primera línea del equipo de sucesivas hornadas de futbolistas formados en el vivero de A Madroa. El camino lo abrió Roberto Lago, hace seis años, en el inicio de la travesía del desierto; al año siguiente se sumó Abalo; más tarde, con Eusebio Sacristán, llegaron de una tacada Iago Aspas, Hugo Mallo, Yoel, Joselu (vendido al Real Madrid), Túñez, Toni, Jota, Álex López y otros de efímero paso como Víctor Vázquez o Mateo. 

Paco Herrera ha cerrado el círculo dando galones al ferrolano, reconvirtiendo a defensa central a Jonathan Vila, uno de los pocos supervivientes de la anterior etapa, y sumando a última hora al portero Sergio Álvarez tras su cesión al Racing de Santander. Ypor encima de todos emerge la figura de Borja Oubiña, el veterano capitán, baluarte y referente de A Madroa, recuperado para el fútbol y el Celta cuando menos se le esperaba.

De la mano de Paco Herrera, el peso del gen gallego ha alcanzado su punto álgido el pasado curso. En la heroica remontada frente al Xerez en Balaídos, el preparador celeste formó con nada menos que ocho gallegos criados en A Madroa en el equipo inicial y acabó el partido jugando con nueve, hecho sin precedentes desde tiempos inmemoriales.
El peso de los genes

En primera División el ADN gallego del Celta va a seguir muy presente. Basta con echar un vistazo a la composición del grupo concentrado estos días en Quiaios para comprender la trascendencia y el peso que Galicia tiene en el plantel celeste. De los veinticuatro futbolistas que Paco Herrera tiene estos días a sus órdenes, trece son gallegos. Más de la mitad de la plantilla (la mitad más uno para ser exactos) son futbolistas de la tierra formados desde chicos en el club o que al menos, como en el caso del ferrolano Álex López, han pasado por su conjunto filial. 

La portería aporta tres jugadores. Sergio Álvarez, el elegido por Paco Herrera para competir con Javi Varas por la titularidad en Primera; Yoel, quien probablemente abandonará en las próximas horas la concentración para incorporarse a préstamo al Lugo y representa la cara amarga de la cantera estos días en Quiaios; y el jovencísimo Rubén Blanco, de apenas 17 años, al que se augura un futuro espléndido y que se estrena este año con los mayores.

En la defensa Hugo Mallo y Roberto Lago se perfilan como los dueños de los flancos, el marinense sin competencia en el derecho y el vigués en pugna con Bellvís por el izquierdo. En el eje de la zaga, Jonathan Vila y Andrés Túñez tendrán bastante más caro hacerse con un puesto tras los fichajes de Samuel Llorca y Gustavo Cabral, las apuestas de Herrera para fortalecer la defensa, sin desmerecer a David Catalá. El porriñés está decidido a recuperar el protagonismo que tuvo hace dos años y el compostelano a consolidar su estatus. 

Resta por llegar a Portugal Jonathan Castro, Jonny, flamante campeón europeo con la sub 19, a quien se espera en Quiaios mañana, martes. El joven lateral, otra de las nuevas joyas de A Madroa, tendrá ficha con el filial pero se entrenará con el primer equipo con la idea de hacerle debutar cuando la necesidad lo requiera y las circunstancias sean propicias. 

La orquesta del Celta la dirigirán en el medio campo Borja Oubiña y Álex López, indiscutidos e indiscutibles en el eje de la línea medular. Insa y Bustos esperan en la recámara. El capitán regresa a Primera División con la ilusión de un debutante y el ferrolano resuelto a confirmar que la categoría, lejos de venirle ancha, se le ajusta como un guante.

En la parcela atacante brillan Toni, un futbolista que ha crecido exponencialmente en el último año y protagonizará una bonita competencia con el veterano Quique de Lucas en el costado derecho y, sobre todo, Iago Aspas, máximo artillero del equipo el pasado curso con 23 dianas, jugador franquicia e ídolo del celtismo. Su gran amigo Dani Abalo, mientras, lucha denodadamente en Quiaios por convencer al entrenador de que puede tener sitio en el nuevo Celta. En similares circunstancias está Jota, el máximo artillero del filial el pasado curso, que no renuncia a consolidar su recién adquirida posición en el primer equipo pero que necesita jugar el próximo año para mantener su progresión.

Julio Bernardo / Faro de Vigo 

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