Cinco años en el infierno (III) El Celta es intervenido


Foto: Rafa Estévez
Especial cinco años en el Infierno, donde repasaremos los eventos más importantes del Celta en su trayectoria por segunda división. Un lustro de penurias, sufrimiento e ilusión que ha terminado con final feliz. Conviene recordarlo para volver a vivirlo.

En las navidades de 2007 la realidad daría un golpe en las narices al celtismo. Los años de vacas gordas encerraban detrás una sorpresa mortal. La deuda del club alcanzaba los 84 millones de euros después de temporadas cargadas de dispendios injustificados. El futuro del Celta era incierto y no parecían muchas las soluciones. Parecía que la única era el ascenso, pero por entonces ya se intuía lejana.

La temporada terminó con un Celta más pendiente de las posiciones de abajo que del ascenso, y se tomó la decisión de acudir a la ley concursal como tabla de salvación para una entidad que contaba con más de 85 años de historia. El proceso concursal fue el rescate del Celta, ahora tan de moda en nuestro país. Hacienda y Caixanova eran los principales acreedores del conjunto vigués, y aceptaron una quita del 85% que arrastró al resto de acreedores del club.

El proceso concursal, calficado como impecable por los expertos en la manteria, salvó al Celta, pero lo dejó pendiente de un hilo. El Celta se sometió a un exigente plan de viabilidad para garantizar la supervivencia de la entidad. Un plan de viabilidad que llevaba la austeridad como bandera (Merkel estaría encantada) y que obligaba a vender un futbolista por temporada para tapar huecos. Aún a día de hoy seguimos las directrices de este exigente plan, aunque la directiva recuperó la soberanía del club en tiempo récord.

La decisión de acogerse a este proceso concursal cambiaría por completo la fisonomía del conjunto celeste, que se apretó el cinturón más allá de lo humanamente posible. Muchas cosas cambiaron durante estos años, y muchas no gustaron a la afición. Fue el paso definitivo para que no quedase más remedio que abrazar a la cantera como salvaguarda de nuestro futuro. No hay mal que por bien no venga.

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