![]() |
Viñeta: Luis Davila / Faro de Vigo |
Tras cuatro
infaustos años en Segunda, el descenso del Deportivo devolvió a Galicia una
rivalidad que había perdido fuelle en las últimas fechas. Buen momento para que
el Celta recuperase una hegemonía que había cedido con la llegada de Lendoiro a
la presidencia del conjunto coruñés, a partir de la cual el equipo herculino
vivió la etapa más gloriosa de su historia logrando seis títulos y cinco
participaciones en la Champions League, adelantando por la izquierda a un gran
Celta que si bien maravillaba con su fútbol a toda Europa se mostró incapaz de
plasmar esa plasticidad balompédica en su palmarés.
Pero las cosas
comenzaron mal. Sea por las circunstancias que fuere, las aficiones de uno y
otro equipo reaccionaron de manera muy distinta. 25.000 socios en A Coruña
mientras a Balaídos acudían de media poco más de 9.000 espectadores. Cuestiones
económicas y deportivas al margen (mejores precios y el hecho de que el Celta
acumulaba un lustro en la categoría de plata), la diferencia era abismal.
Además, los coruñeses se hicieron con un precioso derbi, pletórico de fútbol e
intensidad, donde un misil de Lassad hizo sonreír a la parroquia blanquiazul.
Si a esto le sumamos que el Dépor llegó a acumular 9 victorias consecutivas y
se situó como líder destacado de la Liga Adelante, poco más hay que decir. Nos
habían vuelto a adelantar.
No obstante, en ese
mismo periodo en el que los de Oltra sumaban victoria tras victoria, los de
Herrera no se quedaban atrás. Oscurecidos por la gran racha del eterno rival,
los vigueses también ganaban y ganaban, aunque dejándose algún que otro empate
de por medio. Los celestes iban poco a poco despejando el camino de rivales y
aumentando a su vez la distancia con el tercer clasificado, aunque el Deportivo
seguía líder a cinco puntos. Sin embargo, la derrota coruñesa en Sabadell abrió
la puerta para el inicio de una remontada. Ganar aquel domingo al Almería no
supuso solamente situarse a dos puntos de los herculinos, sino el hecho de
empezar también a recortar la distancia en lo que a la afición se refiere.
Aquel día fueron 16.000 celtistas a Balaídos, una cifra todavía muy inferior a
la que registra Riazor cada quince días, pero que es un indicio de que la
afición celeste ha despertado y que no quiere quedarse atrás en la guerra de
las hinchadas. El viaje a Valladolid fue una nueva muestra de ello, apoyando
hasta la saciedad a un equipo que superó con sobresaliente el Tourmalet,
metiendo más tierra de por medio respecto al play-off y manteniendo la
distancia con un Deportivo que todavía debe pasar el tramo más difícil del
calendario.
Aunque para nada
está asegurado el ascenso directo, parece que desde el entorno del Celta, equipo
incluido, el nuevo objetivo es darle caza al Dépor, remontando así esa
distancia de dos puntos que todavía hoy impera en la clasificación. Una
remontada que, por otra parte, debe exceder a lo estrictamente futbolístico.
Ahora que el celtismo parece haberse unido y que la gente poco a poco se va
concienciando de lo importante que es apoyar al equipo, es momento también de
remontar en este aspecto, demostrando que si la afición del Deportivo es buena,
la del Celta puede ser mejor. Partiendo de la base de que hoy por hoy estamos
por debajo tanto en la tabla como en las gradas, hay equipo y celtismo de sobra
como para darle la vuelta a la tortilla. Ojalá el día del derbi, o antes si es
posible, podamos decir bien alto que el Celta ha superado al Dépor tanto
futbolística como emocionalmente. Poder, podemos. Querer, ¿queremos?
0 comments:
Publicar un comentario