Comienza el acoso y derribo


Foto: Ricardo Gómez

Para nadie es un secreto que el fútbol es algo más que 22 tipos corriendo detrás de un balón. Además de lo meramente futbolístico, las diferentes variables que pueden influir en el resultado de un partido, y por ende en una temporada, son infinitas. Más allá de lo técnico y lo táctico, es innegable que el aspecto psicológico también repercute en el marcador.
   
Los dos consecutivos pinchazos del Celta ante la U.D. Las Palmas y la S.D. Huesca han servido no sólo para alimentar la preocupación de los sectores más agoreros del propio equipo céltico, sino también para iniciar una campaña de desestabilización externa, principalmente desde la ciudad del que apunta a ser el gran rival del Celta por el ascenso directo, Valladolid. El pasado celeste aprieta, un pasado en el que el conjunto vigués se desmoronó por completo truncado sus sueños de ascenso tras encabezar la clasificación de la Liga Adelante a principios del mes de marzo. Eso lo sabe el Celta, desde donde se está tratando de desterrar cualquier posible atisbo de semejanza entre este equipo y su predecesor. Pero también lo saben el resto de rivales por el ascenso, quienes han encontrado en el miedo al pasado vigués un filón a explotar de cara a conseguir un nueva debacle olívica.
   
Desde Valladolid ya se ha iniciado la cacería. Primero fue Juanito, quien dudó de la fiabilidad de un Celta al que considera que le falta banquillo. Después, Óscar, quien pese a estar todavía a cuatro puntos de los de Paco Herrera, habló de que el conjunto pucelano depende de sí mismo para subir, ya que si continúa en la línea marcada en las últimas semanas alcanzará el ascenso directo sin problemas. Basta con echar un vistazo a los foros en los que se sigue la actualidad pucelana para cerciorarse de que desde la capital castellana se cree firmemente que el Celta repetirá los errores del año anterior y que los hombres de Djukic conseguirán darles caza. El calendario –prácticamente igual al de los pucelanos- y la falta de rotaciones en el Celta-aunque los suplentes vigueses hayan jugado más y sean más decisivos que los vallisoletanos- son las razones que se esgrimen en la ciudad del Pisuerga para confiar en la remontada.
   
Pero no sólo desde Pucela se apoya esta teoría. Noticias, foros y comentarios en las redes sociales demuestra que desde otros puntos de la geografía, como Almería, Alicante o Elche, también se da por hecho que el Celta tropezará por segunda vez en la misma piedra. Por supuesto y como era de esperar, poco han tardado desde A Coruña para subirse al carro. Como viene siendo habitual, medios afines al deportivismo-véase Deporsport- certifican el inicio de una debacle hace ya tiempo anunciada. Incluso desde algún medio del alcance autonómico, teóricamente imparcial, ya se hacen debates sobre si el Valladolid conseguirá dar caza al Celta.
   
Lo cierto es que esto es tan antiguo como el propio fútbol. La guerra psicológica es una práctica habitual en cualquier deporte y acostumbra a utilizarse como un arma más para conseguir cualquier objetivo. Es lógico que desde Valladolid actúen así, pues probablemente desde Vigo, en idéntica situación, se haría exactamente lo mismo. No obstante, el Celta debe mantenerse ajeno a ello. De momento, y por lo menos durante dos semanas más, tiene la sartén por el mango. Cuenta con cuatro puntos de ventaja sobre su más inmediato perseguidor y posee-o al menos así debería ser-la credibilidad futbolística suficiente como para pensar que puede mantener la ventaja. Ahora todo serán enemigos que tratarán de ganarle la partida en el campo y fuera de él-aunque a algunos no le vaya nada en ello-. Hay que saber aguantar y sobreponerse también a esto. Al final de todo, en la meta, aguarda un premio maravilloso.

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