Para nadie es un secreto que el fútbol es algo más que 22
tipos corriendo detrás de un balón. Además de lo meramente futbolístico, las
diferentes variables que pueden influir en el resultado de un partido, y por
ende en una temporada, son infinitas. Más allá de lo técnico y lo táctico, es
innegable que el aspecto psicológico también repercute en el marcador.
Los dos
consecutivos pinchazos del Celta ante la U.D. Las Palmas y la S.D. Huesca han
servido no sólo para alimentar la preocupación de los sectores más agoreros del
propio equipo céltico, sino también para iniciar una campaña de
desestabilización externa, principalmente desde la ciudad del que apunta a ser
el gran rival del Celta por el ascenso directo, Valladolid. El pasado celeste
aprieta, un pasado en el que el conjunto vigués se desmoronó por completo
truncado sus sueños de ascenso tras encabezar la clasificación de la Liga
Adelante a principios del mes de marzo. Eso lo sabe el Celta, desde donde se
está tratando de desterrar cualquier posible atisbo de semejanza entre este
equipo y su predecesor. Pero también lo saben el resto de rivales por el
ascenso, quienes han encontrado en el miedo al pasado vigués un filón a
explotar de cara a conseguir un nueva debacle olívica.
Desde Valladolid ya
se ha iniciado la cacería. Primero fue Juanito, quien dudó de la fiabilidad de
un Celta al que considera que le falta banquillo. Después, Óscar, quien pese a
estar todavía a cuatro puntos de los de Paco Herrera, habló de que el conjunto
pucelano depende de sí mismo para subir, ya que si continúa en la línea marcada
en las últimas semanas alcanzará el ascenso directo sin problemas. Basta con
echar un vistazo a los foros en los que se sigue la actualidad pucelana para
cerciorarse de que desde la capital castellana se cree firmemente que el Celta
repetirá los errores del año anterior y que los hombres de Djukic conseguirán
darles caza. El calendario –prácticamente igual al de los pucelanos- y la falta
de rotaciones en el Celta-aunque los suplentes vigueses hayan jugado más y sean
más decisivos que los vallisoletanos- son las razones que se esgrimen en la
ciudad del Pisuerga para confiar en la remontada.
Pero no sólo desde
Pucela se apoya esta teoría. Noticias, foros y comentarios en las redes
sociales demuestra que desde otros puntos de la geografía, como Almería,
Alicante o Elche, también se da por hecho que el Celta tropezará por segunda
vez en la misma piedra. Por supuesto y como era de esperar, poco han tardado
desde A Coruña para subirse al carro. Como viene siendo habitual, medios afines
al deportivismo-véase Deporsport- certifican el inicio de una debacle hace ya
tiempo anunciada. Incluso desde algún medio del alcance autonómico,
teóricamente imparcial, ya se hacen debates sobre si el Valladolid conseguirá
dar caza al Celta.
Lo cierto es que
esto es tan antiguo como el propio fútbol. La guerra psicológica es una práctica
habitual en cualquier deporte y acostumbra a utilizarse como un arma más para conseguir
cualquier objetivo. Es lógico que desde Valladolid actúen así, pues probablemente
desde Vigo, en idéntica situación, se haría exactamente lo mismo. No obstante,
el Celta debe mantenerse ajeno a ello. De momento, y por lo menos durante dos
semanas más, tiene la sartén por el mango. Cuenta con cuatro puntos de ventaja
sobre su más inmediato perseguidor y posee-o al menos así debería ser-la
credibilidad futbolística suficiente como para pensar que puede mantener la
ventaja. Ahora todo serán enemigos que tratarán de ganarle la partida en el
campo y fuera de él-aunque a algunos no le vaya nada en ello-. Hay que saber
aguantar y sobreponerse también a esto. Al final de todo, en la meta, aguarda
un premio maravilloso.
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