La clave está en el mediocampo


Foto: LOF
Estamos cansados de leer en periódicos, ver en telediarios y programas deportivos y escuchar de expertos en fútbol que en la actualidad la clave está en el mediocampo. El F. C. Barcelona, tan alabado y venerado allá por donde pasa, tiene posiblemente la mejor sala de máquinas del mundo. Pero el Barça de Guardiola no ha inventado nada: ya ocurría en los años 70 con el Brasil del veterano Pelé y con el Ajax de Cruyff. Los mediocampistas de clase, de balón al pie y visión de juego triunfaban y hacían triunfar a los demás. Sabían jugar al fútbol. Y hoy en día, con tanto físico y tanta preparación táctica, los centrocampistas siguen marcando la diferencia. En el fondo pocas cosas han cambiado.

Y ayer en Balaídos vimos un nuevo ejemplo de que el medio del campo marca el devenir de los partidos y no sólo a nivel rítmico, si no también a nivel de trascendencia. Soy de los que piensa que el Celta tiene el mejor centro del campo de la categoría. Y creo que no exagero. Cristian Bustos y Natxo Insa, dos trotadores incansables, secundan en el banquillo la excelencia no exenta de sacrificio que poseen Álex López y Borja Oubiña. Es más, creo que por fundamentos futbolísticos Borja Oubiña es no sólo el mejor medio centro de la categoría, si no que me parece el mejor jugador. Los últimos dos partidos son un clínic de cómo hacer las cosas bien a todos los niveles y marcar el futuro de un partido por parte del jugador vigués.

El caso es que ayer, una vez más, la clave estuvo en el medio del campo. ¿Por qué? Porque Álex López, quien nos tiene acostumbrados a dominar el balón, no tuvo su mejor día. El hecho de que la primera parte fuese un desastre (ahí está el 0-1 como prueba) vino provocada por la ausencia de un surtidor de balones para la delantera, que lo cierto es que ayer estuvo más impetuosa que acertada. El primer error viene de la cabezonería de Herrera en poner a Mario Bermejo como mediapunta, que aunque trabajo y las ganas no le faltan, no es un hombre capacitado para distribuir ni para dar el último pase. Si a esto añadimos la mala noche de Álex López ayer, demasiado fallón e incluso poco participativo en la primera parte, la explicación ya se convierte casi en un hecho.

Me sorprendió mucho el mal partido de Álex ayer, sobre todo por dos cosas: porque no se ofreció como suele y porque llegó tarde a todos los sitios dando la impresión de encontrarse perdido en un centro del campo que suele dominar a nivel de colocación. No sé si está notando cierto cansancio por la acumulación de partidos, pero lo cierto es que esto provocó que Oubiña, por las carencias tácticas de Álex, tuviese que multiplicarse y estar en todos los sitios, sobre todo en la segunda parte. El bueno de Borja aparecía el primero a la presión, ayudaba a los centrales, distribuía balones a los delanteros y hacia coberturas a los laterales. Su partidazo es fruto, quizá, del mal trabajo de un Álex López que no atraviesa ni mucho menos su mejor momento. Esto provocó que los últimos veinte minutos fuesen un peligroso correcalles que por suerte se vio cortado por la eficiencia (nula hasta ese momento) de Aspas y Orellana en los dos últimos y tardíos goles. Menos mal.

El Recreativo, ausente totalmente en el plano de la calidad, fue un equipo por otra parte bien colocado y solidario en la presión. Esto unido al caos del centro del campo celeste vino a demostrar, una vez más, que la clave está en la sala de máquinas como dice Sixto Miguel Serrano, uno de los mejores narradores deportivos de este país. Y esperemos, por el bien de nuestros corazones y el transcurso de partidos más tranquilos, que este aspecto no se convierta en rutina. Estoy seguro de que no, porque como ya dije tenemos el mejor medio del campo de la categoría y deberíamos estar más que calmados. Y estoy seguro de que la mala tarde de Álex fue mera casualidad y que en los próximos (y claves) partidos será pieza imprescindible y recuperará la forma a la que nos tiene acostumbrados.

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