El domingo pasado, sobre el césped de Los Pajaritos, tuvo lugar un suceso que si bien no se puede calificar de histórico sí que debe considerarse como significativo. Por primera vez en la temporada, y tras la disputa de los seis iniciales partidos de la competición, el Real Club Celta cumplió su primer encuentro con la portería a cero. Por primera vez, el rival no consiguió perforar la meta rival, y lo que es aún mejor, nunca dio verdadera sensación de poder hacerlo.
Aunque en un equipo atacan y defienden todos, es lógico que los méritos y deméritos de la capacidad defensiva del equipo se atribuyan, principalmente, a la retaguardia del mismo. La línea defensiva del Celta ha comenzado la temporada en el ojo del huracán. Su nivel no ha sido el mejor, con errores que pudieron o que le han costado puntos al Celta en este arranque. La pájara de Hugo Mallo, la incapacidad de Vila, el mal momento de Lago o los despistes de Catalá fueron una y otra vez criticados por muchos celtistas, entre los cuales me incluyo, que empezaban a ver muy difícil el sueño del ascenso de continuar con este nivel defensivo toda la temporada.
Sin realizar dos encuentros brillantes y estando muy lejos de resultar inexpugnables, los dos últimos choques, frente a Valladolid y Numancia, han mostrado una mejoría de la línea de cuatro celeste. Quizás es que el nivel había sido tan bajo en los choques precedentes que dos simples partidos aceptables me han vuelto más optimista, quizás es que los rivales no nos han exigido demasiado; pero, lo cierto es que he apreciado ciertos aspectos positivos en la defensa celeste. Catalá, que en mi opinión sigue siendo el mejor central de la plantilla, ha estado más que correcto, sin ningún error a destacar. Vila, uno de los grandes señalados por ciertos sectores de la afición, ha pasado desapercibido, sin ningún fallo grave que echarle en cara y pareciéndose, poco a poco, al buen central que fue a principios de la temporada pasada. Por su parte, Roberto Lago realizó un muy buen encuentro en Soria, más acorde con su nivel que en los compromisos anteriores, correcto en defensa e incorporándose al ataque. En cambio, quien no termina de carburar es Hugo Mallo, el cual, sin tener tampoco ningún despiste de bulto, está todavía a años luz del gran jugador que realmente es.
No obstante, y pese a que no hemos sido el coladero de las primeras jornadas, seguimos mostrando un déficit muy importante en las jugadas a balón parado. En el partido de este fin de semana, el Numancia remató prácticamente la totalidad de las jugadas a balón parado, imponiéndose a los zagueros celestes una vez sí y otra también. No entiendo a Herrera, quien debe saber que este tipo de acciones pueden dar y quitar muchos puntos a lo largo de una temporada, pese a lo cual continúa empeñado en utilizar una defensa zonal en los córners que, de realizarse correctamente, otorga buenos frutos, pero que, si presenta una mínima duda, es un auténtico suicidio. Además, tampoco comparto esa maldita costumbre, muy recurrida también por Fernando Vázquez, de introducir a todos los jugadores celestes en el área viguesa, lo que permite a más jugadores rivales sumarse al ataque y hace imposible que los de Herrera puedan montar una contra.
Digamos que en estos dos últimos duelos, la defensa viguesa ha mostrado un nivel bastante aceptable, para nada sobresaliente, pero sí un mínimo que hace albergar ciertas esperanzas de que podemos ser un conjunto sólido atrás. Sin que hayan hecho nada de otro mundo, pienso que si somos los primeros en criticarlos, también merecen un aplauso cuando su rendimiento mejora. Por primera vez, hemos logrado dejar nuestra portería a cero, y en ello tienen muchos que ver los cuatro de atrás. Parece, igual me equivoco, que van mejorando poco a poco. Va a ser importante que se consoliden y que cojan la confianza suficiente que los convierta en prácticamente inexpugnables. De esta manera lograremos repetir muchos encuentros en los que Yoel no tenga que recoger ningún balón de la red. Con la pólvora que tenemos arriba, conseguir esto último sería, prácticamente, sinónimo de victoria.
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