Todo comenzó en la jornada inaugural del campeonato. En aquella ocasión, el Celta quedó exento de toda responsabilidad, ya que la desconvocatoria de la huelga se realizó apenas cuatro días antes del inicio del partido, fecha hasta la que se mantuvo la incerteza sobre la disputa del partido. A toda prisa, Gudelj, delegado del equipo, tuvo que organizar un desplazamiento en autobús, ante la imposibilidad de encontrar plazas de avión suficientes. El siguiente desplazamiento fue más cómodo, ya que se empleó la ruta Coruña- Sevilla, para trasladarse en autobús a Huelva desde la ciudad hispalense. Sorprende, no obstante, que el club despreciase la conexión aérea de Vigo con Sevilla, obligando a un viaje de más de dos horas en autobús hasta A Coruña, y ocultando el plan de viaje para evitar incidentes en la ciudad herculina.
El tercer desplazamiento fue otro maratoniano viaje a Almería que no gustó nada en la plantilla. Se salió un viernes y se regresó el lunes, después de viajar a Santiago para volar hacia Madrid, desplazamiento en autobús hasta Almería. El regreso fue similar, autobús hasta Madrid, donde los jugadores pasaron la noche, y vuelo Vigo- Madrid el lunes por la mañana.
En la última jornada, el Celta se desplazó a Soria viajando en avión hasta Madrid, pero la vuelta también se hizo en autobús. Ayer De Lucas explicaba que "Lo que más me gusta de jugar en casa es no viajar. Ahora mismo es una bendición", en clara referencia a los viajes del Celta, y apuntaba que "podemos mejorar en todos los aspectos, dentro del campo y también fuera de él". El pánico a viajar se establece en la plantilla céltica, a la que no le gustan nada estos viajes extraños que se están llevando a cabo desde el club. Tal vez deberían hablar con los Doblas, Manolo, Rodilla y compañía y que les explicasen como viajaban por entonces.
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