En el Galatasaray nadie oculta la decepción que ha supuesto el fichaje de Emre Mor. Ni el propio Fatih Terim, su principal valedor, que apenas confía en él, limitando su participación a los últimos minutos de los partidos, sin que consiga ser el revulsivo que el técnico espera cuando lo pone a jugar.
Tampoco la afición o la prensa. En los últimos días algún medio turco aseguró que el Galatasaray estaba pensando en devolver al jugador en el mercado de invierno, pero las últimas informaciones apuntan que tendrá una nueva oportunidad en la segunda parte de la temporada, aunque está totalmente descartado, al menos a día de hoy, que paguen la opción de compra estipulado en el contrato de cesión.
En Turquía se le acusa de apatía, de no querer, y de complicarse en exceso: “Si optara por la simplicidad en el juego, la habilidad surgiría”, comentaron en BeIN Sports, y el periodista Metin Tekin afirmó que “Emre Mor descubrirá cuando debe elegir simple y complejo, pero pasará tiempo hasta que lo resuelva”.
Ese es uno de los problemas de Emre Mor. Un futbolista dotado de un gran talento para el balón, pero castigado por los dioses con un absoluto desconocimiento del juego. El talento no se entrena, pero sí puede aprender a jugar. En Turquía temen que no verán todo su potencial en el Galatasaray, y tampoco parece que lo podamos ver en Vigo, pero es un futbolista que cuando se centre y aprenda a jugar, será muy importante. El problema es que probablemente no sea con la camiseta del Celta.
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