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| Foto: Atlántico Diario |
Cuando recordamos aquel “EuroCelta” que maravillaba en la Copa de la UEFA, y le plantaba cara a cualquier equipo en La Liga, es inevitable no hacer referencia a aquella extraordinaria pareja que formaban en la medular Mazinho y Makelele. Juntos, y con la ayuda de todos sus compañeros, transformaron a un equipo que peleaba por la permanencia en un grande de La Liga y de Europa.
Aquella sociedad no duró mucho, porque Mazinho comenzó a tener problemas físicos, y Makelele se marchó traspasado al Real Madrid, pero su recuerdo permanece imborrable en la retina de quienes tuvimos la suerte de verlos juntos. Y aunque es cierto que aquella pareja se complementaba mucho mejor que la actual, han tenido que pasar dos décadas para que pudiésemos ver algo parecido en el Celta.
Stanislav Lobotka llegó el pasado verano a Vigo, y a él se unió Fran Beltrán. Son dos futbolistas de características muy similares, aunque cada uno con los matices que aporta su juego al equipo, pero va camino de ser una de las parejas de pivotes más sólidas del campeonato. Ayer disfrutamos con su juego. Lo de Beltrán es tremendo. Cabe recordar que el de ayer era su segundo partido en la máxima categoría, para un jugador nacido en 1.999 y que muestra una personalidad y una veteranía impropias de su edad.
Lo de Lobotka es tema aparte. El internacional eslovaco ya demostró el año pasado un nivel estratosférico, que mantiene este año. Su juego gana en matices en cada partido, y su crecimiento es tan palpable que el verano que viene los 50 millones de su cláusula de rescisión nos parecerá un regalo.
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