La (ausente) evolución de Emre Mor


Foto: Marta G. Brea/Faro de Vigo
Emre Mor sigue perdiendo oportunidades. A pesar de las palabras de Mohamed en la previa, decidió apostar por el en la segunda mitad, ofreciéndole casi 40 minutos para intentar cambiar su situación. Ayer no lo logró, y además se ganó otra reprimenda pública del míster al término del partido por su falta de compromiso. 

El talento del futbolista turco-danés es innegable, como lo es que le cuesta entender el juego, y se complica en la toma de decisiones. Ayer tuvo una ocasión inmejorable tras un gran pase de Iago Aspas, que le permitió quedarse solo ante Diego López con su pierna buena para poder ejecutar al de Paradela, pero le salió un disparo flojito, sin problemas para el cancerbero rival. 

Son ocasiones que no se deben fallar, especialmente si se cuenta con la calidad del internacional turco. Desde su llegada al Celta, lejos de mejorar, parece haber perdido aquella chispa que tenía, y sigue resolviendo mal a partir de tres cuartos de cancha. Con su edad, es imperdonable que no ofrezca síntomas de mejoría. 

Sin embargo hay que seguir creyendo en sus opciones. Le falta centrarse en el juego, y seguramente en su vida. Pensar más en el fútbol y menos en otras cuestiones, y entender que uno juega como entrena, e incluso como vive. Al margen de entender que es un juego colectivo, algo en lo que estará trabajando el cuerpo técnico e incluso sus compañeros. 

Hay una acción que define su actitud. Casi al final del partido, el Celta tiene una falta a favor que va a ejecutar Maxi Gómez. Emre se queda lejos de la acción, prácticamente sin participar en la misma, y tiene que venir Hugo Mallo a decirle que se meta en la jugada, aunque sea para estorbar a los rivales. Mohamed tiene mucho trabajo por delante. 

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