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| Foto: EFE |
A Juan Carlos Unzué lo han machado en las redes sociales, foros e incluso en esta web desde que comenzó la temporada. Por un motivo u otro fue un entrenador que nunca gustó, que nunca acabó de encajar entre la afición, o al menos entre un sector muy importante de ella.
Los últimos resultados y la inapelable realidad de que pelear por Europa es una quimera, han hecho que el malestar del aficionado haya pasado de lo virtual a lo real. Ya no se conforman con criticarlos en Twitter, en los comentarios de esta web o en la cafetería donde desayunan, los aficionados necesitan escenificarlo sobre la práctica. Es decir, en el propio estadio.
Si en los últimos partidos ya había recibido tímidos silbidos, ayer fueron mucho más patentes, y eso que el equipo venía de jugar un buen partido ante el Barcelona, y que no pierde en casa desde el mes de diciembre. Ya no existe el perdón. El divorcio entre la grada y el técnico es patente, y no se solucionará en lo que queda de temporada.
Ha agotado su crédito, aunque en honor a la verdad, este nunca fue excesivamente grande entre la afición. A ver si el siguiente cae mejor.
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