Maxi Gómez ya es un chico bueno


Foto: Miguel Riopa/Getty Images
Cuando Maxi Gómez vio la quinta amarilla contra el Girona, por fingir con muy poco acierto un penalti, prometió redención. En las primeras siete jornadas ya había cumplido el ciclo de amonestaciones, y por tanto se perdería el siguiente partido. Siguiendo el consejo de su padre decidió que ya bastaba de protestar y de fingir faltas inexistentes. 

Tal vez sea pronto para determinar si se ha producido un cambio en su actitud, pero lo cierto es que el uruguayo no ha visto ninguna amarilla en los siguientes dos partidos. Más allá de este hecho, que muchas veces depende más del criterio del árbitro que de otra cosa, es evidente que algo ha cambiado en Maxi. Ya no protesta como antes, ni se encara con los rivales. 

En estos dos encuentros no ha fingido ninguna falta ni ha intentado buscar un penalti con maniobras poco eficaces. Parece que ha pagado la novatada en sus primeros encuentros y está dispuesto a encontrar el camino. Claro que a veces no todos los renglones son rectos, y siempre puede volver a caer en alguna de estas acciones, pero al menos existe una voluntad de cambio. Eso sí, en estos dos partidos tampoco ha podido marcar. Esperemos que una cosa no tenga que ir necesariamente aparejada a la otra. 

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