Dinamarca calidade


Hace poco más de cinco años el celtismo apenas había oído hablar de Dinamarca. En lo relativo al fútbol por supuesto. En casi 90 años de historia nunca un jugador de esta nacionalidad había vestido la camiseta celeste. Durante muchos años Argentina y Brasil eran los principales caladeros del club vigués, que también pescó bastante durante los ochenta y noventa en Yugoslavia y todos los países resultantes de su desunión. 

Pero en aquel verano de 2012 algo cambió. Miguel Torrecilla empezó a explorar esta opción. Fichó a Krohn-Dehli, que había tenido una actuación interesante con Dinamarca en la Eurocopa, pero era un desconocido para el gran público, e intentó también traerse a Bendtner, por entonces jugador del Arsenal. Los londinenses tiraron de flema y le ofrecieron a Park Chu-Young. 

El coreano fracasó en el Celta, pero Krohn-Dehli triunfó por todo lo alto. Su juego no admitía discusión, se marchó al Sevilla tras finalizar contrato y el elegido para reemplazarle sería otro danés, Daniel Wass, que llegaba recomendado por su compatriota. Era el segundo danés en el la historia céltica, pero no sería el único, ya que a partir de aquel momento se disparó el interés en varios futbolistas. 

En el verano de 2016 llegó Pione Sisto, una vieja aspiración del Celta, que se convertía en el tercer danés del Celta, y se producía la circunstancia de que por primera vez coincidían dos daneses en el vestuario celeste. Medio año después serían tres con la llegada de Andrew Hjulsager, y este verano se ha completado el poker con el fichaje de Emre Mor, internacional turco, pero nacido y criado futbolísticamente en Dinamarca. 

A la colonia danesa hay que unir a Stanislav Lobotka, eslovaco de nacimiento, que ha estado dos años en la liga danesa, y también a Guidetti, que conforma el bloque escandinavo del Celta, cada vez más numeroso. El norte manda cada vez más en el Celta. 

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