Es habitual que con equipos de las afueras mediáticas como el Celta se establezcan muy pronto verdades absolutas en base a hechos aislados. Ayer fue uno de esos ejemplos, cuando las redes sociales echaban humo con el primer gol, asegurando muchos que se empezaba a notar la mano de Unzué en el Celta.
Es lógico que esto suceda cuando muchos de los que afirmaban tal cosa probablemente hayan visto uno o dos partidos del Celta en los últimos años, y tal vez la gran mayoría solo en los partidos ante Real Madrid y Barcelona, donde el fútbol de salón aparece poco, o sencillamente porque solo se fijan en el otro equipo.
Sin embargo, de la acción aislada de un partido en el que el Celta no desplegó precisamente el mejor partido de su vida, se establece una verdad absoluta. Y aquí paz y después gloria. La acción del gol de Guidetti es preciosa, trenzada por todo el equipo y convirtiendo lo que para muchos equipos sería un despeje a seguir en una contra que acaba con un tanto bellísimo. A los aficionados del Celta el gol les gustó, pero no les sorprendió.
Desde siempre, el Celta se caracterizó por jugar de una forma especial, y en las dos últimas décadas esto se ha solidificado. Desde la época de Víctor Fernández, e incluso en algún partido con Fernando Vázquez, pero sobre todo tras la llegada de Carlos Mouriño al club. El nuevo presidente tardó bastante en encontrar el camino, pero lo hizo de la mano de Eusebio Sacristán, y desde entones no ha variado la idea ni el rumbo.
Se fichan entrenadores que salgan a jugar al fútbol, y a la vez se le dan jugadores que sepan practicar este tipo de juego. Por eso la acción de ayer salió de forma natural. Por eso está Unzué en el Celta, porque abraza una idea de juego que casa a la perfección con la filosofía del club, y por eso los jugadores que participaron en ella están en el Celta. Al final casi nada es casual.
Lo bueno de esta jugada es que podemos ser el mismísimo Logroñés de David Vidal durante toda la temporada, que habrá servido para que siempre se nos califique como un equipo que juega bien al fútbol. Es lo que tiene tener suerte con el detalle en el que se fijan los demás.
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