Aspas, de recogepelotas a estrella del equipo


Foto: Mora Moralejo/La Voz de Galicia
Esta tarde la Roma visita Balaídos, 17 años después de su último partido en el Estadio Municipal, correspondiente en aquella ocasión al Memorial Quinocho, que finalizó con empate que se rompería en la tanda de penaltis a favor del Celta. En aquella Roma jugaban Totti o Batistuta, entre otras grandes estrellas, y el Celta tampoco estaba mal, con Mostvoi, Karpin o Gustavo López como puntas de lanza. 

Más de tres lustros después, la Roma vuelve a Balaídos para enfrentarse a un Celta que cuenta con Iago Aspas como su gran estrella. El de Moaña ya es internacional absoluto y se ha convertido en uno de los mejores jugadores de la Liga, solo superado por los grandes cracks de Madrid y Barcelona. Es un futbolista que el Celta no se podría permitir, pero que ha hecho un esfuerzo importante para jugar en el equipo de su vida. 

Y es que la diferencia entre Aspas y otros jugadores es que él ha vivido el celtismo desde pequeño, desde que entró en el club hace más de 20 años fue ascendiendo por las categorías inferiores hasta llegar al primer equipo. Y por supuesto fue recogepelotas. Y de hecho, lo era cuando la Roma jugó en Balaídos por última vez, como podéis ver en esta foto publicada hoy por La Voz de Galicia, y cuya autoría corresponde a Mora Moralejo. 

Desde la banda veía a sus ídolos y soñaba con ser él quien algún día pudiese estar en el terreno de juego. Los sueños a veces se cumplen, y él ya ha estado al otro lado de las vallas publicitarias en 243 ocasiones, y ha celebrado 94 goles con el Celta en partidos oficiales, convirtiéndose en una leyenda del club. Aquel niño que corría por la banda detrás de los balones que salían del terreno de juego, que pescaba con un ganapán los balones que caían al desaparecido foso que separaba las gradas del terreno de juego. Aquel niño con el que se encontró la Roma hace 17 años será hoy su principal quebradero de cabeza. Que se fijen bien en los niños que hoy harán la función que entonces hacía Aspas. Nunca se sabe. 

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