¿Te acuerdas?


Foto: RC Celta
3 de junio de 2012. Una fecha que todos tenemos grabada en nuestra memoria. Ese día el Celta ponía fin a un ciclo de cinco años en algo bastante peor que el infierno al que parecíamos abocados aquel día de 2007 cuando el Celta cayó a Segunda División. Entonces esperábamos que fuese un año, a lo sumo dos, el tiempo que emplearía el Celta para regresar a la máxima categoría. 

Era a lo que nos tenía acostumbrado el Celta, pero esta vez la historia sería muy diferente. El club no fue capaz de enderezar el rumbo con el descenso de categoría. Un inexperto Mouriño, que aún no comprendía muy bien el suelo que pisaba, no gestionó bien el cambio de categoría, y las deudas acumuladas en la época de Horacio hicieron el resto. 

El Celta se vio abocado a un proceso concursal que pudo acabar en tragedia de no ser por la inesperado intervención de una joven promesa de la cantera llamada Iago Aspas, que un día de junio de 2009 libró al Celta de apuros a dos jornadas para el final de la Liga. Una victoria salvadora ante un rival directo, forjada con dos goles del mejor jugador gallego en la historia del club. Claro que por entonces aún no sabíamos eso. 

Aquellos fueron años duros, muy oscuros en la historia del club. Por el vestuario de Balaídos pasaron jugadores que seguramente no eran merecedores de vestir una camiseta como la celeste, pero las circunstancias pedían Cellerinos y Papadupoulos. La época de las vacas gordas había sido suspendida hasta nueva orden. 

El club fue poco a poco rehaciéndose de sus propias cenizas. Apostó por el crecimiento lento y sosegado basado en una economía sostenible, incluso en ocasiones de guerra, que obligó a realizar sacrificios importantes con la venta de canteranos que hubiesen dado mucho al Celta de seguir unos años más en el club. Se fueron Rodrigo, Joselu y Denis Suárez, por cifras muy inferiores a su valor real, pero que servían para tapar vías de agua que hundirían la nave. 

Tras la bendición que supuso para el Celta la apuesta por la cantera de Eusebio Sacristán, llegó al Celta Paco Herrera, con la misión de ascender al equipo. Las cosas ya habían cambiado por entonces. El club realizó un esfuerzo descomunal para aquella época incorporando a David Rodríguez a cambio de 400.000 euros. Fue el primer traspaso pagado por el Celta tras la depresión. A él le acompañaron Joan Tomás y Quique de Lucas. El nivel subía. 

Y se notó en aquella temporada donde el Celta forjó parte de la unión que aún mantiene con la afición. Granada fue el origen de muchas cosas, el génesis de la unidad entre el celtismo. La división provocada en los tiempos de crisis se selló definitivamente con la tristeza y la rabia colectiva que supuso caer eliminado en el play-off de ascenso de una forma tan cruel e injusta ante el Granada. 

A partir de ahí el Celta se lanzó. La siguiente temporada sería inolvidable, con Iago Aspas reconvertido en delantero centro anotando 23 goles en Segunda División, que llevarían al Celta a lograr el ascenso en la última jornada. Un 3 de junio de 2012, con el Córdoba como rival. A ambos equipos les bastaba el empate para conseguir el objetivo, así que no hubo partido. Fue una sucesión de pases entre jugadores de ambos equipos, con algún robo en el centro del campo, aunque calificar de robo esas recuperaciones parece excesivo.

Lo bueno llegó después del partido, cuando los jugadores recibieron el aplauso del público, y miles de celtistas se abrazaron felices, conscientes de que se acababa una época que no queremos volver a vivir. Cinco años después, el club y la afición han cambiado casi tanto como un equipo que este año nos ha hecho felices, nos ha enorgullecido por su desempeño en la Europa League. Aquel día de junio de 2012 no nos lo hubiésemos creído si nos lo hubiesen contado. ¿Te acuerdas?. 

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