Los universos paralelos


Ves, Mou, uno es el Guggenheim y otro Balaídos. ¿Sabes distinguirlos? (Foto: Marta G. Brea)
Dicen que una mentira repetida mil veces acaba convertida en verdad. Eso debe ser lo que piensa Abel Caballero, que cada vez que habla del estadio pareciera que lo hace de otro recinto que nada tiene que ver con Balaídos. Desconocemos cual es el motivo que le lleva a la eterna exageración, como cuando dijo que el barco de la rotonda de Coia recordaba a la Fontana de Trevi. Apoyaba su tesis asegurando que había sido un italiano quien se lo había dicho. 

Ayer volvió a comparar Balaídos con el Guggenheim, una comparación que incita a la sonrisa, en el mejor de los casos, como cuando afirmó que sería uno de los 10 mejores campos del mundo, o que quería que fuese mejor que el Allianz Arena de Munich. Son los universos paralelos de Caballero, como en aquel anuncio sobre el alcohol en el que la realidad era muy distinta de lo que percibían sus protagonistas. 

Y no, no estamos diciendo que el Alcalde haya vertido estas afirmaciones bajo los efectos del alcohol. Ojalá. Sabemos que el señor Caballero se cuida, y siempre habla estando en plenitud de sus facultades, pero tal vez eso sea aún más preocupante. Insiste una y otra vez en la grandilocuencia de la obra, que contrasta con la opinión de Carlos Mouriño, seguramente tan exagerada como la suya. 

Y así nos encontramos los celtistas. Que hoy escuchamos a Mouriño decir que la grada de Tribuna es un desastre, aunque luego le cobre a sus abonados como si fuese el mismísimo Guggenheim. Y también asistimos atónitos al baile de fechas de Caballero cuando habla de las obras. Hoy son en julio, mañana en octubre, pasado para el centenario. Lo dicho, los universos paralelos existen, y los habitan miles de Caballeros y Mouriños. La física no es tan fascinante como parecía cuando Einstein nos hablaba de ella. 

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