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| Foto: LFP |
Iago Aspas tiene algo mágico, algo difícil de explicar desde el punto de vista de la lógica, que le convierte en un futbolista especial. Su salida al campo, como si fuese el Cid Campeador, cambió el partido, aunque desgraciadamente no se pudo ver reflejado en el campo, pero logró voltear las sensaciones, convirtió al Celta en el dueño del partido, del cual se marchó con dos palos, y ocasiones muy claras para asustar al Eibar en el tramo final.
También ayudó la entrada de Radoja, ya que el Celta sufrió mucho en el centro del campo, claramente dominado por el Eibar durante los primeros 45 minutos. Un ejemplo es el gol de Pedro León ya que el murciano entró completamente solo por el carril del centro, sin nadie que le incomodase y rematando a placer. Permitir que Pedro León remate desde la frontal del área sin oposición es un suicidio.
En la segunda mitad, la entrada de Radoja dio solidez al centro del campo, y la salida de Señé, que estba aportando muy poco, y la entrada de un jugador que lo cambia todo como Iago Aspas variaron el rumbo del partido, pero no el resultado, que se mostró inalterable hasta el pitido final. No obstante es un canto a la esperanza. El Celta sufre con los suplentes, como es lógico, pero es un equipo muy peligroso a poco que cuenta con alguno de sus jugadores más importantes. Y eso es muy valioso.
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