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Foto: Atlántico Diario |
Por más vueltas que le doy no acabo de ver que Berizzo pueda ir al Valencia. No digo que algún día no entrene a este equipo, o que incluso este mismo año se pueda ir a otro equipo en el que pueda tener mayores aspiraciones deportivas, de eso dependerá la reunión que tenga con Mouriño, o incluso en el que le ofrezcan un salario más elevado.
Es indiscutible que el preparador argentino se ha ganado a pulso el salto a un equipo que le pueda ofrecer alguna de esas dos cosas, o tal vez las dos, pero me extraña tanto la opción del Valencia, que por mucho que se repita desde aquella ciudad, o incluso cuando Rubén Uría lo asegura en Bein La Liga, me resulta terriblemente increíble.
No solo por la situación que se daría en su reencuentro con Orellana, que podría ser épico, sino por la intuición de que la inteligencia de Berizzo le impediría meterse ahora mismo en un polvorín como el Valencia, lleno de jugadores con sueldos disparados, y con el ego demasiado grande como para encajar en el modelo de Berizzo, que ha repetido siempre que la humilidad y el trabajo de sus actuales jugadores ha sido la clave de su éxito como entrenador.
Berizzo debe dar pasos cortos pero firmes, y vale más asentarse con un par de temporadas más en el Celta, que el salto a un equipo como el Valencia. Una auténtica incógnita. El técnico argentino sabe que un mal año en Mestalla puede llevarle al olvido. Su nombre no es muy conocido, pese a completar tres extraordinarias temporadas en Vigo, y ese cambio sería asumir un riesgo enorme en su progresión. De verdad, no me lo creo, aunque la vida siempre da sorpresas.
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