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| Foto: Ricardo Grobas/Faro de Vigo |
El Celta ha notado un bajón importante, sobre todo en sus resultados, durante el último mes, que coincide además con una bajada en la producción ofensiva de Iago Aspas. El moañés sigue jugando bien, aporta sus cosas, aunque le falta esa brillantez letal en los metros finales que convertía al Celta en un equipo mucho más peligroso.
Su último gol fue ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. Desde aquel partido, que acabó con victoria para los célticos, poniendo de cara la eliminatoria copera, el canterano no ha podido celebrar ningún gol más, y eso que en la eliminatoria contra el Alavés las tuvo de todos los colores. Seis ocasiones claras en Balaídos, y dos en Mendizorroza, pero ninguna acabó de entrar. El meta alavesista fue clave para evitar que Aspas mojase, y a partir de ahí no se ha reencontrado con el gol.
No es tanto un problema de juego, sino de chispa. Le falta eso que lo convertía en uno de los mejores delanteros de la Liga, pero sigue siéndolo, así que lo normal es que en breve lo recupere y con sus acciones cambie la dinámica del Celta. Se habla también de su posicionamiento en el campo, aunque la realidad es que ha rendido exactamente igual cuando juega por banda o cuando lo hace como referencia ofensiva.
En ese sentido, Berizzo lo considera importante cuando parte de banda, cuando entra por sorpresa, y actuando en esa demarcación ha tenido buenos partidos, aunque contra el Shakhtar se le vio demasiado atrás. Los delanteros, como cualquier futbolista, tienen rachas, pero en los ariete se nota mucho más, especialmente cuando no llega el gol. Y esa enfermedad, la de la falta de gol, se cura marcando. Y no me cabe duda de que Aspas lo hará muy pronto. Este jueves por ejemplo.
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