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Foto: Miguel Riopa/Getty Images |
Pablo Hernández fue baja en el partido de vuelta de la eliminatoria de cuartos, que enfrentó al Celta con la Real Sociedad. Fue una baja complicada para Berizzo, que ayer pudo recuperar al “Tucu”, y seguramente lo agradeció durante el partido, que fue duro por momentos, uno de esos encuentros en los que hay que madurar al rival, pero estar muy firme en el centro del campo para marcar la diferencia.
Ahí emergió la figura del internacional chileno, ya convertido en uno de los más efectivos jugadores del Celta en todas las facetas. Ayer estuvo colosal. Robó balones, se anticipó a sus rivales, abarcó terreno y repartió juego a sus compañeros. Pudo salir a hombros, si al filo del minuto 90 el poste no se interpusiese entre él y el gol. Desgraciadamente, el balón besó la madera, y todo quedará pendiente de la resolución del próximo miércoles, donde el Tucu volverá a ser un jugador muy importante.
El ex de O’Higgins se ha convertido por derecho propio en uno de los principales valores de este Celta. Su juego se ha adaptado al del Celta a la perfección, y su evolución es evidente. Cuando llegó a Vigo era a él a quien robaban los balones, y ahora es él quien se lleva cuanto balón merodee por la medular, a poco que los contrarios se despisten. El crecimiento es evidente.
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