Marcelo Díaz aplica el artículo 5: Hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero


Foto: M. Canosa/Faro de Vigo
La salida de Augusto fue un problema para el Celta por el momento en el que se produjo y porque el argentino, capitán entonces, dejaba al equipo “tirado” en pleno mes de enero. Entonces, la necesidad hizo llegar a Vigo a un futbolista chileno, del gusto y agrado de Berizzo, a quien conocía perfectamente de su etapa como ayudante de Bielsa en “la roja”. 

Lo que en su día fue un problema se convirtió en una bendición. Fichar a Marcelo Díaz ha sido una de las mejores noticias para el celtismo en la última década. Una pena su propensión a las lesiones musculares, aunque conviene recordar que ninguna de las que ha sufrido en los últimos meses se produjo jugando para el Celta. 

Si está bien, en plenitud física, y toma el protagonismo del partido, éste se decanta a favor del Celta. Ayer lo tuvo muy fácil. Ante un centro del campo de un equipo de Segunda División, campó a sus anchas. Organizó, dirigió, dio pausa al partido cuando fue necesario, y lo agitó cuando lo creyó conveniente. Su repertorio de pases perfectos al espacio es un oasis para los extremos, que ven en él a su mejor amigo dentro de un terreno de juego. 

Habrá que ver al internacional chileno en escenarios más exigentes, y en partidos en los que esté más exigido, pero la clase la tiene y no se pierde. Su juego condiciona mucho al Celta, que depende en gran medida del estado de inspiración de este pequeño jugón que ayer volvió a mostrar su mejor cara, y rememorando a Andrés Montes, Marcelo Díaz aplicó ayer el artículo 5: Hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero. 

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