El gran éxito de una persona normal


Cuando Nolito se lesionó en el partido ante el Espanyol, no estaba pensando en lo que sucedería en el inminente mercado de fichajes, sino en su participación con la selección en la Eurocopa. El andaluz llegó a Vigo hace tres años, desaconsejado por parte de su entorno, pero seducido por la llamada de Luis Enrique, que ha sido su técnico fetiche a lo largo de su carrera. 

El tiempo le ha dado la razón. Venir a Vigo no fue finalmente un paso atrás, sino que le ha permitido participar en competiciones europeas, convertirse en uno de los futbolistas más conocidos de la Liga, y llegar a la selección española. Además, ayer se confirmó su participación en la Eurocopa de Francia, rubricando así un año perfecto y confirmando la consecución de un sueño. 

Nolito dedicó a su abuelo -más que un padre para él- los goles anotados ante Bosnia, y lo hará nuevamente cuando marque en la máxima competición continental por selecciones. La suya es una historia de superación, de la que saben mucho sus abuelos, sus tíos y sus hermanos. Nolito no tuvo una infancia fácil, y eso ha marcado para bien su carácter. El de Sanlúcar siempre ha tenido los pies en el suelo y la cabeza en lo realmente importante. Algo que sigue aplicando hoy en su relación con su familia. 

El triunfo de Nolito, más allá del hecho de que se trate de un jugador del Celta, debe alegrarnos desde un punto de vista humano. Es la demostración de que el talento y el trabajo tienen recompensa. De que el esfuerzo no siempre es en vano, y de que ese futbolista, que sigue siendo el mismo que hace quince años, es un héroe con el que cualquiera de nosotros puede empatizar. Lo mejor que podemos decir de Nolito, ahora que está en la élite, es que se trata de una persona normal. Sin más. 

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