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Foto: Marta Grande |
Era un momento único, bello, que servía de motivación y de acicate para el equipo, que recargaba las pilas con el último esfuerzo de la grada antes de que el balón comenzase a rodar. Desgraciadamente el endurecimiento en la aplicación de la Ley del Deporte surgido a raíz de la muerte de un aficionado deportivista en una reyerta con aficionados del Atlético, ha provocado que esa historia de amor esté ahora mismo viviendo su particular momento de crisis.
Desde hace unos meses se está impidiendo la entrada de bufandas y otras prendas que inciten a la violencia, entendiendo por tal aquellas que llevan el nombre de la agrupación Celtarras o de otros grupos no registrados. El episodio se vivió especialmente en el partido ante el Villarreal, donde un aficionado se negó a entregar una bufanda con la que lleva casi tres décadas acudiendo a Balaídos y fue expulsado.
El club se reunió con las peñas y prometió mejorar el trato de los miembros de seguridad. Serían más amables. Ayer pudimos ver en la grada de Gol como a la salida éstos se despedían de los aficionados con jocosos “hasta luego”, como si fuesen acomodadores de un cine. Paralelamente a esto, continuaron siendo requisadas bufandas, alguna de ellas por el peligroso hecho de llevar el número 87.
Y aunque no estuvo organizado, la salida de los jugadores y el canto del himno fue el más triste en años. Apenas hubo seguimiento y las bufandas no se ondearon. No vaya a ser que se incitase a la violencia con ello. Sin ponerse de acuerdo previamente, muchos aficionados decidieron bajar los brazos y dejar la bufanda en su cuello. Incluso llegaron a escucharse pitidos, que se hicieron tremendamente sonoros cuando el speker leyó la normativa aplicada por la LFP. Más tarde, cuando empezó el partido, todos animaron como siempre.
Himno a medio gas en #Balaídos e moitos asubío aos himno. Ambiente tenso na bancada co clube e a "Lei Tebas". pic.twitter.com/GIK7vO9k5o— Adrián R. Bravo (@adrianrbravo) 12 de marzo de 2016
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