No digas imposible


Foto: Benito Ordoñez
Imposible: Que no puede ser, ocurrir o realizarse. Pero por mucho que diga la Real Academia de la lengua, sea la gallega o la castellana, es una palabra que no existe para el celtismo esta semana. Una palabra que ha borrado del diccionario, arrancando de cuajo la página en la que estaba impresa. 

Y es que imposible es una palabra demasiado drástica, como lo eran aquellos que jamás creerían que el mejor equipo del mundo se llevaría cuatro goles de Balaídos -y pudieron ser más-, como imposible era aquella salvación en 2003, cuando muchos encargaron la corona y tomaron medidas para la caja de pino. O como imposible era ganar en San Siro para pasar de ronda en Champions, o meterle cuatro a la Juventus, o siete al Benfica con un Balaídos repleto de seguidores lusos. 

También era imposible llegar a aquella final de 1994 con un equipo hecho por la permanencia -aquel sí que peleaba por eso y solo por eso- y que basaba su éxito en el equipo, en los goles de Gudelj y las paradas milagrosas de Cañizares. Aquello era imposible, pero miles de vigueses cogieron un tren para animar a su equipo en Madrid porque también habían borrado la palabra imposible de su vocabulario. 

E imposible era ascender dos veces en el mismo año, pero el Celta lo hizo gracias a Toni Moral y una alineación indebida que invalidó el primer ascenso logrado en Xerez y obligó a lograrlo dos semanas después en Lleida. El celtismo dejó sin buses a Vigo aquel domingo de calor horroroso en el que Jandro y Perera recordaron que no hay nada imposible. 

¿Y qué decir de Villa Park? ¿Hace falta mencionar Anfield Road? La historia decía que era imposible que un equipo español ganase al Liverpool en su cancha: El Celta lo hizo con un golazo de Revivo, imposible para la mayoría de los mortales, pero no para alguien que lleva el escudo con la cruz de Santiago en el pecho. No diga imposible, no existe esa palabra. Da igual que Guardiola deje el Barcelona y que todo esté preparado para que los catalanes jueguen la final de Copa. De repente puede aparecer un defensa llamado Berizzo y recordar que nada es imposible si se cree firmemente en ello. Que no hay retos inalcanzables si se sabe cómo llegar a ellos. 

Y todo esto solo sería palabrería si detrás de los de celestes no estuviesen miles de gargantas alentando, miles de corazones palpitando, miles de almas soñando con ese momento, con esa heroicidad, con ese milagro llamado remontada. Un milagro nunca antes visto, un sueño nunca antes alcanzado, un partido nunca antes vivido. No digas imposible. 

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