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| Foto: LFP |
Más de dos meses después, Balaídos volvió a ovacionar a Nolito. El futbolista andaluz, tras 69 días de ausencia, se volvió a vestir la camiseta del Celta después de sufrir una lesión que se prolongó en el tiempo más de lo inicialmente previsto. Si a ello unimos los constantes rumores llegados desde Barcelona con respecto a su inminente salida rumbo al Camp Nou, muchos ya pensaban que no volverían ver al de Sanlúcar con la camiseta del Celta.
Así que la de ayer fue una ovación que escenifica mucho más que la recuperación de un futbolista lesionado. No solo es el regreso de un jugador con el que no podía contar Berizzo por lesión, es mucho más. Es el retorno de quien casi dimos por perdido ante la insistencia de las noticias. Nolito, en realidad, nunca se fue. Siempre estuvo ahí, en la grada viendo los partidos, prefiriendo las frías butacas antes que la comodidad y discreción del palco.
Y volvió siendo el mismo. Le falta ritmo, pero sigue oliendo el fútbol como antes de lesionarse. Y sigue viviéndolo igual, por eso ya en el descuento vio una tarjeta amarilla por protestar una decisión del colegiado. Fueron 20 minutos que sirvieron como toma de contacto para lo que le espera de aquí a final de temporada. Quedan trece partidos, los últimos, y es ahí donde el andaluz siempre ha dado su mejor rendimiento. Por eso su regreso es tan especial.
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