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Foto: LFP |
El técnico argentino del Celta, Eduardo Berizzo, reconoció ayer que el equipo atravesaba el mejor momento desde su llegada a Vigo, en el verano de 2014. De su mano llegó un futbolista, también argentino, aunque nacionalizado chileno, que respondía al nombre de Pablo Hernández, futbolísticamente conocido como “Tucu”, mote que abrevia el nombre de su ciudad natal: Tucumán.
Berizzo tuvo que defender en más de una ocasión a su pupilo, que no acabó de conectar con el público en su primera temporada, y fue silbado durante el segundo partido de esta temporada en Balaídos. El preparador celeste aseguró que acabaría convirtiendo los pitos en aplausos. Acierto total. Pablo Hernández goza del reconocimiento de la mayor parte de la afición, algo que se ha acrecentado tras los dos goles marcados al Atlético de Madrid en la Copa.
Ayer elogió a su compatriota, que nunca se rindió: “Me alegro mucho por todos los futbolistas, no solo por Pablo. Él ha sido paciente, nunca se ha rendido, ha pedido siempre el balón y eso es un detalle muy importante en la valía de un jugador. Ha encontrado goles que premian su esfuerzo, pero me siento orgulloso de todo el equipo porque convivo con ellos”, explicaba el “Toto”, que ha conducido al equipo a cotas inimaginables cuando llegó al banquillo celeste.
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