La suerte esquiva al fantasma


ÓSCAR VÁZQUEZ

Un año atrás el Celta se zambullía en una crisis de resultados como hacía tiempo que no se recordaba. Eran tiempos de partidos sin goles donde aquellos jugadores que meses atrás ganaban derbis y asaltaban estadios inexpugnables en 70 años sucumbían una y otra vez ante la fachada adversaria incapaces de anotar. El Eibar, recién ascendido, conquistaba Balaídos tras sobrevivir a un tiroteo desesperante y el estado de preocupación se propagaba por la parroquia. Hoy, un año más tarde, esa inquietud sólo la mitiga una victoria churrera que evita un mal resultado en un partido horroroso. El peor, obviando el derbi, porque al menos el Celta fue quien de disparar a portería en alguna ocasión. Pero sí el más angustioso por el hecho de revivir de nuevo los síntomas de un equipo que parece caminar por la misma senda del curso pasado. O no. Porque hace un año a estas alturas seguramente no habría aparecido la espalda de Nolito.

Berizzo receló del pasado y quiso agitar el árbol esperando esquivar el fantasma. Y se agarró a lo poco en lo que confía. Fuera Aspas y Wass, dentro Guidetti y Bongonda. Ocurrió lo esperado. Entre dos jugadores que en más de tres meses no suman ni 200 minutos se notó la evidente falta de ritmo. Entre eso y que varios de los demás viven el bajón propio de la sobreexplotación, el Celta repitió una imagen similar a la de A Coruña. Un equipo que ha perdido la frescura en ataque, sin más ideas que lo que pueda crear Orellana y con un Nolito en pleno invierno. Un conjunto al que le falta una marcha, que ha perdido metros en la presión y que llega tarde habitualmente. Todo eso quiso arreglarlo Berizzo con Guidetti y Bongonda. Se agradece que utilice la pizarra, pero se olvida de que mejor que un remedio para la enfermedad, es la prevención. Ha tenido partidos para mover el equipo y dar oxígeno físico y mental a todos. No lo ha hecho y el grupo está en el mismo punto que el año pasado. Sólo la victoria se sale del guión, y no es poco.

Las sensaciones en todo momento fueron negativas. El encuentro recordó y mucho a aquel ante el Córdoba que salvó Teixeira Vitienes instigado por el Toto. El Celta ganaba por pegada, pero jugaba el partido que quería el rival. El Sporting, con poco y un croata excepcional, se adueñó de un choque que los vigueses no supieron controlar nunca. Tampoco bastaba a los asturianos para empatar. De no mediar el error de Sergio, el 1-0 final no hubiera sido para nada descartable. El problema del Celta es que, incluso en días de manifiesta incapacidad del rival, sabe complicarse la noche. Lo hizo Sergio, cuya confianza se ha desmoronado por completo. Preocupa ver así a un portero que llegó a parar lo imparable y que ahora se ha vuelto intrascendente en la portería. No ha sumado en toda la temporada y anoche su fallo incluso restó. Con la Copa de por medio, Rubén merece su oportunidad también en Sevilla.

El desaguisado lo solucionó la fortuna y los buenos minutos de Iago Aspas, lo único lúcido que se vio en la segunda mitad. Le salió bien a Berizzo el cambio fácil, el de hombre por hombre, y también el político. Nunca Nolito mereció tanto ser sustituido, pero el técnico argentino no se atrevió. Prefirió sentar a Bongonda antes que retirar al gaditano, tan excitado como en Riazor y lejos de la brillantez que acostumbra. El Toto alegará que el extremo andaluz resuelve un partido en una acción. Y no le falta razón. Pero mantenerlo en el césped cual estrella de equipo grande puede ser perjudicial a corto y medio plazo. Necesita un respiro, como otros de sus compañeros. Atraviesa el mismo punto de rendimiento que el curso anterior.

La fortuna esquivó al fantasma. El rebote de Nolito sirvió al final para amarrar 3 puntos que no merecieron quedarse en Vigo, pero que permiten recuperar la senda del triunfo en Balaídos y detener una hemorragia de resultados, que no de juego. El Celta ha vuelto a entrar en el bache y debe salir de él lo menos escaldado posible. Cualquier temporada tiene altos y bajos, y los de Berizzo, que se movieron en los extremos hace un año, deben tratar de suavizar la caída tras repetir el nivel de bonanza de inicio de curso. Preocupa, eso sí, observar que no se ha hecho nada para evitarlo. La gestión ha sido idéntica a la de entonces, sobreexplotando a los intocables y estrechando una plantilla ya de por sí escasa. De momento, por fortuna, cambian dos cosas. Primera, que Berizzo parece querer adelantar la reacción. Veremos lo que dura. Y segunda, que ahora sí que entran, aunque sea de churro. 

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